Para enseñar a un niño requieres del poderoso ingrediente que todos
poseemos pero solo unos cuantos estamos dispuestos a dejarlo salir y lo llamo; querer, si querer enseñar a un niño es
la clave de todo aprendizaje. Independientemente del rol que juegues con el niño seas
mama, papa, maestra, tía, abuela, abuelo el rol no importa lo realmente
trascendental se finca en querer enseñar a un niño. Cuando se está
dispuesto a enseñar se abren infinidad de alternativas para elegir adecuadamente el
tipo de enseñanza que brindaras a un pequeño. Hablo de una enseñanza cotidiana, aquella que realizas sin programas académicos solo por
contribuir con un niño. Enseñar a un niño desde cualquier espectro, es como
dar vida al conocimiento y si va acompañado del
querer, uno se siente realmente feliz por el solo hecho de contribuir con un
pequeño espíritu listo para absorber aquello que engrandezca su mente y corazón.
Es frustrante y hasta triste abordar la enseñanza porque nos vemos
obligados a enseñar pues el niño se ha retrasado en su lenguaje, no lo aceptan en la escuela
porque no sabe leer, no sabe sumar, restar o multiplicar o simplemente porque el
niño es tremendamente hiperactivo, entonces salimos corriendo a buscar una
y mil formas para solucionar el problema que aqueja una pequeña mente. Nos
preocupa poderosamente que el niño se atrase o se quede rezagado del resto de
sus contemporáneos pero lamentablemente esta conducta solo nos lleva a actuar
por impulso, ansiedad o una tremenda ira porque el niño no aprende, tornándose un caos. Entonces, la enseñanza ya no se aborda por querer, se aborda por compromiso obligando a la
otra parte y si esperas que bajo este contexto el niño aprenda permíteme
decirte que será un fracaso pues quieres correr a enseñarle a una pequeña mente
de la noche a la mañana, conductas que solo dejan profundos colapsos emocionales y mentales en un pequeñito.
Lo ideal es enseñar porque se desea, porque se quiere contribuir con
un pequeño espíritu desde el instante de nacer. Enseñar a partir del dulce
juego que invite a absorber cuantiosos conocimientos sin convertir la enseñanza
en una pesada carga. Llamo enseñar; al delicioso arte de colocar alcance de un
niño cuanto recurso sea capaz de nutrir su mente y corazón. Cuando alguien
quiere enseñar así se encuentre en la tibia cama con su hijo le enseñara a su
peque como es el leer un cuento orquestando las letras o bien estando frente a
infinidad de pupitres miras la divinidad frente a ti,
atentos porque quieren escucharte. A eso llamo enseñar, por el solo hecho de querer
hacerlo independientemente del espacio donde te encuentres. Cuando un
niño descubre un rostro adulto que quiere enseñar, abre sus sentidos de
inmediato y si, a esa enseñanza le adicionas el juego para un niño sera una
verdadera comunión entre la enseñanza y el aprendizaje. Si estas dispuesta a querer
enseñar descubrirás un hermoso espíritu dispuesto a fusionarse contigo en el aprendizaje. Ah! Si tan solo más adultos jugáramos a enseñar a nuestros niños, estaríamos abriendo canales de genialidad en esta hermosa tierra.
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