Si hablásemos claro con nuestros hijos, previa conversación clara
entre nosotros los padres, implementaríamos un clima de responsabilidad
compartida, puesto que nos necesitamos los unos a los otros, y cumpliendo con
las normas nos ayudamos a vivir y a realizar mejor nuestras otras libertades,
vocaciones, anhelos absolutamente individuales.
Eres individuo contigo mismo y eres persona con los demás. Estos dos
ámbitos deben ser reconocidos.
—¡Yo hago lo que quiero! —me dijo una vez un adolescente.
Yo lo miré y le respondí:
“El ser humano no se define como tal porque hace lo que quiere, sino
porque hace lo que debe”
—Por deber, hijo mío, has de cumplir ciertas funciones en esta casa.
Porque los deberes son recíprocos, y todo ello facilita la relación. Cuando arribes
a la cumbre del Himalaya abre la boca y grita tu grito más fabuloso al cielo y
al espacio. En casa, aquí, entre nosotros, no grites...
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