Resulta una realidad incuestionable la inteligencia
humana, así como su desarrollo y capacidad para asimilar y construir nuevos
esquemas de pensamiento. Motivo que nos invita a reflexionar sobre nuestras capacidades
cognitivas y que tanto las hemos aprovechado o desarrollado en nuestros hijos.
El desarrollo de la inteligencia es un continuo que
va desde las acciones sensomotoras iníciales hasta las operaciones más
abstractas, es decir desde que nace el niño, hasta que llega a la edad de
iniciarse en la abstracción entre los seis y ocho años.
En consecuencia, el punto de partida de la
inteligencia hay que buscarlo en el primer período del desarrollo,
caracterizado por las acciones y la inteligencia sensomotora. Para conocer la
inteligencia infantil durante esta etapa, basta percatarse de las percepciones
y los movimientos del niño como único instrumentos de evaluación. Estoy
hablando de una inteligencia totalmente práctica, inteligencia que atestigua
durante los primeros años la existencia de un pensamiento. Desde que nace, el
niño manifiesta un esfuerzo por comprender las situaciones que lo rodean,
mediante la mirada, sus primeros reflejos o la succión. Resultado de una
inteligencia que inicia a gestarse a través de la construcción de esquemas de
acción que le servirán de subestructuras a las estructuras operatorias, dicho
en otros términos; abre paso a las operaciones lógicas. Entre el año y cuatro
años observaras a un niño que se inicia a conservar, su lenguaje aflora
gradualmente, da sentido a los objetos sólidos o líquidos, clasifica por
atributos, seria por tamaños, color o forma. Paralelamente construye relaciones
causales ligadas primero sólo a la acción propia y, progresivamente en relación
con la construcción del objeto, el espacio y el tiempo. Entre los cuatro y diez
años el niño deberá poner en tela de juicio aquella primera inteligencia desarrollada
durante su primera infancia. Hablo de las primeras preoperaciones que debieron darse bajo un
amplio esquema desarrollo. Preoperaciones que deberán encontrarse asimiladas y
acomodadas en el pensamiento, todo ello con la finalidad de abrir paso a lo que
enfrentara en breve; las operaciones lógicas. Las operaciones que le demandara
una institución (la escuela) para analizar, comprender, razonar y sintetizar
nuevos aprendizajes. Entre estos aprendizajes tenemos el proceso de leer o
escribir, aprender otro idioma, razonar las matemáticas, etc. Aprendizajes
escolarizados que estarán esperando a un niño para imbuirlo en un pensamiento
totalmente lógico y si tu pequeño no se encuentra dotado de aquellos procesos
que te he hablado al inicio de este artículo, obvio que se enfrentara a
infinidad de obstáculos como; confundir las letras con números, no entiende las
restas o las multiplicaciones, es distraído y no pone atención, evade ir a la
escuela. Factores que reflejan un conflicto cognitivo. Y no es una cuestión que
de que niño sea o no inteligente, es una situación que pone en tela de juicio
la pedagogía de la enseñanza.
En conclusión los andamiajes que darán solides a las
estructuras del pensamiento se irán cristalizando en la medida que el niño se
involucre en su entorno y halle los detonantes básicos para dar paso a su
inteligencia, una inteligencia que de ser meramente practica en un primer
momento, pasa a ser una inteligencia abstracta.
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