El niño tiene su propio reloj interno. Así que es vital no alterar
su reloj interno. Cada niño sentirá hambre de una manera distinta. Uno tendrá
hambre cada cuatro horas, otro cada tres, otro cada dos. Y esto para muchos
padres es un gran problema, porque desean establecer una norma: la norma del
horario de alimentarse para un adulto, las normas de la mayoría.
Cuidado con las normas de la mayoría. El cuerpo tiene su propio
reloj interno.
Desde la más temprana infancia nuestra atención ha sido apartada
del cuerpo, hemos sido alejados de él. El niño está llorando, tiene hambre y la
madre está mirando el reloj para saber si ya le toca comer. No está mirando al
niño. Si al niño no le das de comer en este momento, le estás distrayendo de
su cuerpo. En vez de darle de comer le das un chupete. Le estás haciendo
trampas y le estás engañando. Le estás dando algo falso, de plástico, y estás
tratando de distraer y destruir la sensibilidad de su cuerpo. No se permite a
la sabiduría de su cuerpo que dé su opinión, la mente irrumpe.
El niño se calma con el chupete, se duerme. En este momento el
reloj te dice que han pasado tres horas y que tienes que darle la leche al
niño. Ahora está profundamente dormido, su cuerpo está durmiendo; le
despiertas. Otra vez estás destruyendo su ritmo. Poco a poco alteras todo su
ser. Y llega un momento en el que pierde toda conexión con su cuerpo. No sabe
qué quiere su cuerpo. No sabe si su cuerpo quiere comer o no comer, su cuerpo
esta manipulado por el ritmo de un adulto. Esta manipulado por el exterior.
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