Algo más que necesitan los niños es
orientación. Si los pequeños se encuentran rodeados de adultos que los aman y
les enseñan con firmeza cuales comportamientos son aceptables y cuáles no,
ellos aprenden a controlarse. Pero, ¿cómo puede lograrse esto? Los siguientes
son unos cuantos pasos que pueden darse:
• Asegúrate que tu pequeño no corra riesgos de accidentes e impide cualquier comportamiento peligroso. Por ejemplo: “No te subas
en la mesa porque puedes caerte”.
• Dile lo que puede hacer: “Si
quieres trepar, súbete al sofá”.
• Ejemplifica el comportamiento
aceptable. Manten presente que los niños con frecuencia imitan las conductas
de los adultos; tanto las buenas como las malas.
• Establece límites claros y reglas
sencillas. Los niños se sienten más seguros al saber lo que se espera de ellos.
• Díle “no” lo menos posible.
Explíquenle sus razones en un lenguaje sencillo.
• Ofrécete alternativas. “No debes
lanzar los juguetes. Pero puedes lanzar esta pelota o este cojín. ¿Cuál
prefieres?”
• Planeen actividades interesantes
para los pequeños. Un niño ocupado en el juego tiene menos probabilidades de
actuar impulsivamente.
No importa
cuán furioso o frustrados puedas sentirte en ciertas ocasiones, nunca se
debe estremecer o sacudir a los pequeños. Hacerlo puede perjudicar al niño emocional
y físicamente de forma permanente. Perder el control y expresar la rabia contra
los pequeños puede dejar cicatrices imborrables si esto ocurre con regularidad.
Si es preciso, acudan a un miembro de la familia, a algún amigo(a) o un(a)
profesional que te ayude a serenarte y controlarte.
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