—Que pongas los pies sobre la mesa, hijo, no es malo ni es feo ni está
prohibido por la ética, pero es la mesa en la que todos nosotros comemos, y
conviene que la compartamos, porque más mesas no hay en casa. Entonces baja
los piecitos, ¿sí?
Educar es señalizar el camino. El resto, como decía Machado, se hace
al andar.
—A nosotros, los padres, nos compete educarte. A ti te compete crecer.
Quizás estás en disconformidad con tus padres. Pero estar disconforme es
pensar, es plantearse una alternativa, y eso ayuda a crecer. Y cuando crezcas
mucho, hijo mío, cuando alcances niveles superiores de conciencia y de saber,
podrás incluso decidir si esos límites serán los tuyos, o si te propones
rebelarte contra ellos y modificarlos. Rebelarse es oponerse a un sistema de
límites, y elegir otro en su lugar.
Domus, en latín, significaba hogar, la vida compartida. Hogar es
también del latín fogar, relativo al fuego. Ese fuego que se enciende en
días fríos y alrededor del cual nos sentamos para compartirlo.
Jaime Barilko; los hijos y los limites
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