La primera infancia se caracteriza por una transformación de la inteligencia que, de simplemente sensorio-motriz o práctica que era al principio, ahora se prolonga en pensamiento propiamente dicho, bajo la influencia del lenguaje y la socialización. El lenguaje permite al niño el relato de sus actos, le procura a la vez reconstruir el pasado o evocarlo en ausencia de los objetos que refieren conductas a
nteriores, anticipar actos futuros aún no ejecutados, hasta
sustituirlos por la sola palabra, sin jamás realizarlos, ese es el punto de
partida del pensamiento. A su vez y casi inmediatamente viene a añadírsele el
hecho de la socialización de los actos, aquéllos que dan lugar a actos de
pensamiento. El lenguaje es el vehículo de los conceptos y las nociones que
pertenecen a todo el mundo y en él queda sumergido el niño tan pronto como
maneja la palabra.
Pero ocurre con el pensamiento,
lo que ocurre con toda conducta en general: en lugar de adaptarse inmediatamente
a las realidades que descubre y que construye poco a poco, el niño tiene que
comenzar con una incorporación laboriosa de los datos a su yo y a su actividad.
A esto le llamamos; asimilación egocéntrica. Egocentrismo que definirán los
juicios del pensamiento del niño, así como los de su socialización.
El pensamiento egocéntrico puro
se presenta en esa especie de juego que cabe llamar juego simbólico. Sabido es
que el juego constituye la forma de actividad inicial de la infancia. Puede
observarse, mucho antes del lenguaje, un juego de las funciones sensorio-motrices
que es un juego de puro ejercicio, sin intervención del pensamiento ni de la
vida social, ya que no pone en acción más que movimientos y percepciones. Hay
numerosos ejemplos: juego de muñecas, comiditas, etc. Es fácil darse
cuenta de que dichos juegos simbólicos constituyen una actividad real del
pensamiento. En resumen, el juego simbólico es la
representación de todo lo que acontece en la vida interior de un niño sumergido
en una transformación donde los conceptos, los sentimientos y el entorno le
rodea va tomando giros inesperados y ante lo cual deberá ir adaptándose para
dar respuesta a su medio. Es la génesis del pensamiento, es la evolución por la
que atravesamos, abriendo paso a una vida que continuara en constante
evolución.
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