En un mundo mejor, cada familia aprendería de los niños. Sin
embargo hoy en día tienen mucha prisa en enseñarles. Nadie parece aprender de
ellos y ellos tienen mucho para enseñarnos.
Sólo porque somos adultos pensamos que la vida ya nos ha
enseñado suficiente y damos por hecho que conocemos lo correcto y lo
incorrecto. Sin ponernos a pensar que quizá somos nosotros los que debemos
aprender de los niños. Solo ponte a pensar qué eres tú, hasta dónde has
llegado, cuál es el estatus de tu vida interior. Eres un pobre internamente o
eres una fuente divina que derrama amor y sabiduría, una fuente divina que posee la inocencia.
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