El miedo es un estado natural en la
vida de hombres y mujeres, nos habita desde el día que nacemos y representa el
otro polo de las emociones. Es un mecanismo de defensa que a la larga protege nuestra
integridad y ese es su preciado valor emocional.
El miedo en el niño surge a partir
de que toma conciencia de sus emociones. Es decir cuando se encuentra frente a
frente con la ira, al no ver satisfechos sus deseos. La tristeza porque mama o
papa lo dejaron con los abuelitos, quizás la alegría que le dio cuando recibió
algún regalo o el avasallante miedo que lo dejo temblando en una
crisis incontrolable porque una pesadilla lo despertó.
Todo un abanico de emociones se dan
cita en el niño a partir de los tres años o antes. Ahora deberá lidiar con ellas aprendiendo a
ser capaz de recibirlas, sentirlas, familiarizarse con ellas, madurarlas o reprimirlas.
Todo dependerá de las fortalezas que le brinde su entorno familiar para entenderlas
y sobre todo superarlas.
Veamos algunos factores que pueden ser generadores del
miedo. La escuela es un factor que llega a generar inestabilidad emocional en
el niño. Hablo del miedo encubierto aquel muchas veces los adultos lo definimos como rechazo a la escuela, sin embargo para el niño
es todo un reto enfrentarse a nuevos adultos, nuevos espacios, compañeritos, nuevas
formas de relacionarse. Y si, por algún motivo no encaja con alguno de ellos: detona el miedo en él, manifestándose mediante una conducta de resistencia. Entonces todo se
complica, pues sumado a ello mama le genera expectativas; que la escuela es bonita, que todo va a estar
bien, que va a tener amiguitos, que va a
jugar, etc. En pocas palabras mama le asegura que va a ser feliz en la escuela. Sin quererlo está
generando un ideal que da por hecho pero no sabe con exactitud, si eso va a
suceder realmente en la vida escolar del niño. Otra situación generadora del
miedo se deriva de vivir o mirar en casa situaciones desagradables como; discusiones entre adultos, peleas con los hermanos, fuertes llamadas de atención,
violencia, quedarse solo con algún extraño, etc.
Estos son algunos
factores del miedo y una sugerencia muy importante; no te esfuerces en preguntarle al niño a que le tiene
miedo o porque tiene miedo. A tan tierna
edad aún desconoce la palabra miedo, y no sabrá que responderte, solo
siente el miedo y la gama de sensaciones que desencadena. Lo idóneo es
eliminar en la medida de lo posible los factores que lo alteran y crearle
anclajes que acompañe su sueño como el
clásico osito de peluche, o la cobijita preferida que lo abraza. Y si tuviese pesadilla
solo bastara con abrazarlo amorosamente sin indagación alguna. Basta un abrazo
y comprensión para que vuelva a recobrar el sueño. Y si acaso el pequeño se
encuentra dormido o está en crisis; no lo despiertes, solo acógelo entre tus
brazos para que vuelva a conciliar el sueño.
El miedo al coco es solo es una
etapa pasajera que se esfumara en tanto tengas la capacidad
de disminuir los factores negativos que alteran al pequeño, le reflejes
confianza, erradiques cuestionamientos o lo obligues a enfrentarlo.
Llegara el momento en que el niño se baste a sí mismo para enfrentar sus
miedos. Solo requerirá mirar, sentir y recibir de un adulto grandes dosis de afecto, confianza y empatía para superar el miedo.
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