Los niños pequeños son
inocentes; pero no se lo han ganado, es natural. En realidad llegan bajo una
cristalina fuente de lucidez, sin contaminación alguna, como una tabla rasa.
Aún no poseen aquel apabullante bagaje cultural que el adulto está ansioso por
enseñarle, por mostrarle. Está ansioso por enseñarle, por convertirse en su
maestro. Y esta ansiedad por mostrar el mundo al niño solo lo llevara a borrar la
inocencia de un alma infantil. Inocencia que un día tú y yo la tuvimos. Pero,
espera…esa inocencia no está totalmente perdida, el solo hecho de retornar un
poco a tu interior la encontraras oculta bajo añejos paradigmas que se han instalado a lo largo de
los años.
La inocencia es valentía y
claridad a la vez. No necesitas tener valentía si eres inocente. Tampoco
necesitas claridad porque no hay nada más claro, más transparente, que la
inocencia. Por lo tanto, la cuestión consiste en cómo proteger la propia
inocencia. La inocencia no es algo que se pueda conseguir. No es algo que tenga
que aprenderse. No es algo como un talento: la pintura, la música, la poesía,
la escultura. No es como ese tipo de cosas. Es más parecido a respirar, algo
con lo que naces.
La inocencia está en la
naturaleza de todo el mundo. Todo el mundo nace inocente. ¿Cómo puede uno nacer
sin ser inocente? Nacer significa que uno ha entrado en el mundo como una tabla rasa, sin nada escrito. Sólo
tienes futuro, no tienes pasado. Ese es el significado de la inocencia. Por eso trata primero de entender todos los significados de
la inocencia.
Lo primero es: no hay pasado,
sólo hay futuro. Llegas al mundo como un observador inocente. Todo el mundo
llega de la misma manera; con la cualidad de la conciencia.
La inocencia es algo que le
sucede a todo el mundo, y cuando empiezas a interesarte por otras cosas, la
inocencia se va perdiendo. Cuando empiezas a negociar con el mundo de los adultos,
ellos tienen muchas cosas que ofrecerte y tú sólo tienes una; es tu
integridad, tu dignidad. No tienes demasiado, sólo una cosa, puedes llamarlo
como quieras: inocencia, inteligencia, autenticidad. Sólo tienes eso.
Un niño está naturalmente muy
interesado en todo lo que ve a su alrededor. Continuamente queriendo tener esto, tener aquello; es parte de la naturaleza humana. Si te fijas en un
niño pequeño, incluso en un recién nacido, puedes ver que busca a tientas sus
manos, está tratando de encontrar algo. Ha iniciado el viaje. Y en el viaje se
perderá, porque en este mundo no puedes conseguir nada sin pagar por ello. Y
el niño no puede entender que lo que está entregando es tan valioso que, aunque
todo el mundo estuviese de un lado y su integridad del otro lado, su integridad
seguiría teniendo más peso, más valor. Pero no tiene manera de saberlo. Ese es
el problema, porque el niño tiene sencillamente lo que tiene y lo da por
hecho.
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