El adolescente
concede una gran importancia a percibirse y ser visto como un individuo
socialmente integrado y quiere evitar, a toda costa, ser señalado como alguien
aislado, así que acepta y busca voluntariamente su pertenencia a un grupo. El
grupo puede imponerle actividades y normas que no siempre le permiten discutir,
o que son claramente contrarias a sus propios criterios de conducta. Así, enfrenta
un conflicto entre la necesidad de pertenecer a un grupo y la disonancia
normativa o dicho en otras palabras; aunque
no le agraden las normas del grupo las
acepta. Esto se convierte en un conflicto personal que, cuando se ve
obligado a no seguir las normas del grupo, vuelve a provocar el aislamiento y
la soledad, y por lo tanto crea una fuerte creencia de que es incapaz de hacer
amigos/as; y si se ve obligado a inclinarse al grupo, provoca dependencia, sumisión
y a veces indefensión.
Efectivamente, si el
conflicto termina inclinándose a favor del grupo, el chico/a debe someterse a
un tipo de microcultura con normas en las que no cree, porque no ha participado
en ellas. Aparecen entonces problemas de sumisión, dependencia e inseguridad
frente a los demás, a los que percibe como verdaderamente integrados y seguros
de sí mismos/as. La integración social en los grupos de adolescentes no es un
asunto fácil, ni depende exclusivamente de las habilidades sociales
individuales de los chicos/ as; la microcultura de los mismos, está compuesta
por un conjunto de normas, ritos, convenciones, creencias y hábitos de
comportamiento que incide de una forma muy importante en que el proceso de
integración del adolescente. Una minoría de ellos, no están satisfechos o, al
menos, encuentran fría y poco satisfactoria su relación con los compañeros/ as.
De entre éstos/as, algunos se sienten verdaderamente aislados y tienen
dificultades para hacer y mantener amigos, por distintas razones, que
normalmente no son reconocidas.
La falta de amigos/as
o el fracaso repetido por lograr un grupo social cercano, provoca sentimientos
de inseguridad e inestabilidad social, lo que afecta a la autoestima,
devolviendo al chico/a una imagen de sí mismo/a deteriorada o empobrecida.
Ser ignorado/a,
percibirse como un individuo sin amigos o aislado puede llegar a ser más
doloroso que cualquier otro problema académico. Los/las adolescentes dedican
una parte importante de sus esfuerzos a hacer y mantener la amistad o, al
menos, a formar parte gregariamente de un grupo, aunque para ello haya que
renunciar a los intereses propios o a los valores personales.
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