Desde tu primera infancia se te ha enseñado a
ser responsable hacia tu padre, tu madre, tu familia, tu patria y todo tipo de
situaciones externas. Pero no te han dicho que tienes que ser responsable de ti
mismo. Cuando eres un adulto y dejas de ser un niño, surge un gran miedo porque
tienes que asumir tu responsabilidad y no has sido preparado para eso.
Sólo sé responsable ante ti mismo. Haz lo que
sientas. Si está mal, le seguirá inmediatamente el error y sabras que estuvo
mal.. Si está bien, le seguirá inmediatamente la recompensa, instantáneamente.
No hay otra manera.
De esta manera empiezas a saber tú mismo lo
que está mal y lo que está bien. Desarrollarás una nueva sensibilidad. Empezarás
a mirar con una nueva visión. Instantáneamente sabrás lo que está mal, porque
en el pasado lo has hecho tantas veces y siempre has sufrido en consecuencia.
Sabrás lo que está bien, porque siempre que lo has hecho la existencia te llenó
de bendiciones. Causa y efecto van juntas, no están separadas por años o por
vidas.
Entonces eres responsable. Si deseas y
disfrutas un determinado acto, a pesar de que te traiga sufrimiento, hazlo. Es
bueno porque lo disfrutas. El sufrimiento no es suficientemente grande como
para impedir el disfrute que tu acción te reporta. Pero depende de ti total y
únicamente el decidir. Si el sufrimiento es demasiado y el acto no te aporta
nada, no te aporta alegría y necesariamente le sigue una larga angustia;
entonces depende de ti elegirlo o soltarlo, y ¿qué pueden hacer los demás al
respecto? Eso es lo que quiero decir con ser responsable
de ti mismo. No hay nadie sobre quien puedas descargar tu responsabilidad.
La única manera de crecer es aceptar todo lo
bueno, lo malo, lo alegre, lo triste, Tú eres responsable de todo lo que te
sucede. Eso te da una gran libertad.
Disfruta
de esa libertad. Regocijate con esta gran comprensión: eres responsable de todo
en tu vida. Eso te hará lo que yo llamo un INDIVIDUO.
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