El fin de la niñez abre paso esporádico a la pubertad, pubertad que abra de sumergirse en la adolescencia. Transición
que surge entre los diez y diecisiete
años surgiendo entonces; la palabra. Si, hablo de la palabra, la palabra como
instrumento. La palabra de la que ahora se apropia el niño para sumergirse en
sus profundidades. Un niño que se ha convertido en un adolescente y ahora tiene
frente a él la fuente de las emociones para tomar conciencia de ellas o bien
para autodestruirlas, si no sabe canalizarlas adecuadamente. Y porque hablo tan
drásticamente de una autodestrucción.
Porque el adolescente se inicia en el mundo de los adultos. Adultos que
le exigirán vivir en el mundo del respeto, la responsabilidad y hasta del
éxito para cuando sea adulto.
Requerimientos demandados regularmente mediante la palabra, vista como comunicación
por el adulto que cree comunicarse con su hijo, pues solo hace referencia al
deber, no a las profundidades de una vida adolescente.
La palabra proveniente de él o del adulto toca medularmente las profundidades
de su vida interior. Quizá hasta llegue el momento en que no se percate que sus
labios se mueven, solo habla para sí mismo, solo habla para calmar las
emociones que ahora le invaden. El adolescente ha encontrado una manera secreta
para hablarse a sí mismo, para contactar con su vida interior. Sus deseos,
alegrías, incertidumbres, actuaciones y hasta sus miedos, ahora solo se habla en sus adentros.
Una nueva conciencia se ha despertado, una vida interior está tomando
forma. Y este nuevo camino traerá consigo infinidad de circunstancias que
movilizaran por si solas la fuente de emociones que habitan a todo adolescente.
Para algunas hallara respuesta, encontrara a sus iguales con quien
satisfacerlas o a la familia donde se refugiara. Pero habrá aquellas para los que no encuentre respuesta. En
especial aquellas que le afectan de manera directa como; la separación de los
padres, los conflictos entre hermanos, la falta de equidad ya sea escolar o de
grupos o el rendimiento escolar.
Surge un adolescente que se guarda o comparte para su vida interior
infinidad de fabulaciones o secretos, los cuales tienden a ser reprimidos o
manifestados mediante su autoestima. Algunas veces la miraras salir
abruptamente en forma de ira, coraje o violencia cuando no halle las respuestas
adecuadas de lo que sucede en su vida interior o bien adoptara una conducta de
adultismo mental enfrentando al adulto.
Estas reacciones lejos de desaparecer
solo violentan más su vida interior así que; la vida interior de un
adolescente se tornara más saludable en tanto viva plenamente la conciencia de
las emociones y se dote al joven de los medios adecuados para ayudarle a
entender su vida interior.
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