martes, 15 de enero de 2013

Surgimiento de las emociones


A partir de los ocho o diez meses de edad, el niño desarrolla lenta y gradualmente estrategias efectivas para darles un cauce adecuado a las emociones que lo desbordan. Cuando las condiciones internas y ambientales son ideales, las estructuras cerebrales van madurando y permitiendo una autorregulación relativamente eficiente, automática, espontánea e inmediata. Gracias a la progresiva maduración de conexiones entre el mundo subterráneo de las emociones y la corteza cerebral el niño suma estrategias relativamente conscientes para autorregularse como; echar mano a la fantasía (imaginar que es un tigre feroz) o a los objetos transicionales que representan a la madre (alguna cosa que le pertenezca a ella, como una prenda de vestir) o que adquieren el carácter de amuletos que neutralizan el miedo: un pañal o "tuto", un peluche, un chupete o un pulgar en la boca (estos dos últimos son sustitutos del pezón).

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