jueves, 10 de enero de 2013

No Compares





Nunca compares a un niño con otro diciendo: «Mira, ¡el otro ha hecho un trabajo mejor! » Es feo, es violento, es des­tructivo para su espíritu. Estás destruyendo a ambos niños. Al que le dices que ha hecho una pintura mejor, su ego se inicia a elevar, el sentimiento su­perioridad inicia a salir. Y aquel que ha sido censurado se empieza a sentir inferior  culpable, impotente, y lo más grave; desconoce el camino para ser mejor. Has abierto las puertas de la enfermedad: ‑superioridad e inferioridad‑, ¡nunca compares, sea niño o sea adulto!

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