Si una esposa y un marido nunca se enfadan, puedes
estar seguro de que entre ellos no hay amor.
Eso es absolutamente seguro. Pero si se enfadan de vez en cuando, si se
enfadan de verdad, esa ira lo refresca todo. De hecho, cuando la ira haya
desaparecido volverán a tener otra luna de miel. Ahora todo es fresco. Están en otra parte, se vuelven a
enamorar. La eternidad del amor es
enamorarse una y otra y otra vez. Si no
hay ira, verdadera ira, si estás hirviendo por dentro y vas con una sonrisa en
la boca porque eres su marido y ella es tu esposa, la ira traerá problemas; si
sonríes entonces, esa sonrisa será falsa.
Y la esposa notará que tu sonrisa es falsa; y tú también sabrás que su
sonrisa es falsa. Estarás viviendo una
vida falsa en tu hogar. Y esa falsedad
se va incrustando tanto que olvidas por completo lo que es una sonrisa
verdadera, lo que es un beso verdadero, lo que es un abrazo verdadero, te
olvidas por completo. Sin embargo, repites los gestos: abrazas a tu esposa, la
besas, pero estarás pensando en otras cosas. Repites los gestos, pero no son
más que gestos, impotentes, muertos.
¿Cómo vas a llevar una vida plena?
Así que yo digo que incluso las emociones negativas, si son reales, son
buenas; y si son realmente auténticas, poco a poco, su propia autenticidad las
transforma. Se van volviendo más y más
positivas hasta que llega un momento en que toda positividad y toda negatividad
desaparecen. Tú simplemente mantente
auténtico: tú no sabes lo que está bien y lo que está mal, tú no sabes lo que
es positivo y lo que es negativo. Así que simplemente sé auténtico.
Esta autenticidad te permitirá ver un destello de lo
real. Solo lo real puede conocer lo real, solo lo verdadero puede conocer la
verdad, solo lo auténtico puede conocer lo auténtico.
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