Los celos son comparación. Y nos han enseñado a comparar, nos han condicionado a comparar, siempre a comparar.
Compara a cualquiera que pase junto a TI, y
el resultado que obtendrás será
de grandes celos; es la consecuencia del condicionamiento que genera la comparación.
Si dejas de comparar, los celos se desvanecen.
Entonces simplemente
sabes que eres TÚ, no la otra persona, algo para lo
que no hay necesidad de comparar.
Y sería bueno que no te compares con los árboles o la belleza de las
flores, de lo contrarío empezaras a sentirte
muy celosa. Y te preguntaras; ¿Por qué Dios ha sido
tan duro conmigo y no me ha dado flores?
Observas como solo te comparas con los seres humanos, porque has sido
condicionado a compararte únicamente
con los seres humanos; no te comparas con los pavos reales ni con los
colibríes. Pues en ese caso tus celos no
dejarían de crecer, te abrumarían tanto que ni siquiera serias capaz de vivir.
La comparación es una actitud
negativa, porque cada persona es única e incomparable. Y una vez que has
comprendido esto, los celos desaparecen.
Dios solo crea originales; Él no cree en fotocopias.
Otra situación que crea celos es el sexo, pero esa es una situación secundaria. Porque no se trata de cómo librarse de los celos,
no puedes librarte de ellos porque no puedes dejar el sexo. La cuestión es cómo
transformar el sexo en amor, entonces los celos desaparecerán.
Si amas a una persona, el mismo amor es
suficiente garantía, suficiente seguridad. Si amas a una persona, sabes que no
puede ir junto a otra. Y si lo hace, pues lo ha hecho; no se puede impedir.
Si lo hace, no hay amor y no se puede remediar.
No hay celos.
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