Que padre o que madre no llega a
pensar, hasta agotar sus fuerzas, pensando en el bienestar de la familia,
pensando en los hijos, pensando en el esposo, y así se la pasa pensando, solo
pensando. Soy madre y sé lo que hablo, por ello hoy te comparto una manera
sencilla de disfrutar tu mente, solo abre sentidos a lo que digo:
No trates de detener la mente. Es una parte natural de ti; enloquecerás si
tratas de detenerla. Sería como un árbol
tratando de impedir que le crecieran hojas; las hojas son naturales para él.
Entonces, el primer consejo: no
trates de detener tu pensamiento; está perfectamente bien.
El segundo consejo: el solo hecho de
no detenerla no es suficiente; hay que disfrutarla. ¡Juega con ella! Es hermoso.
Jugando con ella, disfrutándola, dándole la bienvenida, comenzarás a
estar más alerta, más al tanto de ella.
Esta toma de consciencia llegará de una manera muy indirecta; no será un
esfuerzo llegará de una manera muy indirecta; no será un esfuerzo por tomar
consciencia. Cuando tratas de tomar
consciencia, la mente te distrae y te molestas con ella. Sientes que es una mente que se la pasa
parloteando constantemente, quieres estar en silencio y no te lo permite, así
que comienzas a sentir a la mente como un enemigo.
Eso no es positivo; es dividirte en
dos. Entonces tú y la mente se vuelven
dos y surge el conflicto y las fricciones.
Y toda fricción es suicida porque es perder energía sin necesidad. No tenemos tanta energía como para
desperdiciarla en pelear contra nosotros mismos. Esa energía debe usarse para la alegría.
Por ello, comienza a disfrutar el
proceso del pensamiento. Sólo observa
los matices de los pensamientos, los giros que toman, cómo una cosa lleva a la
otra, cómo se enganchan unos con otros.
¡Es un verdadero milagro que observar!
Un pequeño pensamiento puede llevarte al final más alejado, y si
observas no verás ninguna relación entre uno y otro.
Disfrútala, deja que se convierta en
un juego; juégalo deliberadamente te sorprenderás: a veces sólo disfrutándolo
encontrarás pautas hermosas. De repente
encontrarás que un perro está ladrando y no está surgiendo nada en tu mente, no
origina ninguna cadena de pensamientos.
El perro sigue ladrando y ti sigues escuchando y no surge
pensamiento. Surgirán pequeñas
discontinuidades… pero no tendrán futuro.
Llegan por sí solas y cuando vienen son hermosas. Y justo en esos pequeños huecos empezarás a
observar al observador, pero eso será natural.
Nuevamente empezarán los pensamientos y los disfrutarás. Hazlo con tranquilidad, tómalo con
calma. La consciencia llegará a ti pero
llegará indirectamente.
Observar, disfrutar, dejar a los
pensamientos jugar su papel, es tan hermoso como ver al mar con sus millones de
olas. La mente también es un mar y los
pensamientos son olas. No obstante, la
gente va y disfruta de las olas del océano y no disfruta de las olas de su
consciencia.
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