viernes, 31 de agosto de 2012

dale descanso tu mente...

La meditación es justamente la esencia, la esencia verdadera.  No se le puede quitar nada. Y la meditación es el silencio que abre un universo de eternidad, de inmortalidad, de todo aquello que pueda pensarse como una bendición. Por ello veo la meditación como una religión.
Nos da ambos mundos.  Nos da el otro mundo, (el de la divinidad), y nos da este mundo también (el terrenal).  Entonces uno no es pobre.  Uno tiene una riqueza, pero no es material.  La meditación nos vuelve ricos en un sentido absoluto al darnos el mundo de nuestro ser más interno.  También nos vuelve ricos en un sentido relativo porque libera nuestros poderes mentales en los talentos que tenemos. Todo el mundo nace con cierto talento, y a menos que lo experimentes en su totalidad, algo le faltará.  Empezaras a sentir que de alguna manera hay algo que no está en su lugar.
Dale descanso a la mente, ¡lo necesita!  Y es tan sencillo: sólo vuélvete su testigo.  Te dará ambas cosas.
Lenta, lentamente la mente empieza a aprender a estar en silencio.  Una vez que sabe que permaneciendo en silencio se vuelve poderosa, sus palabras no son sólo palabras: tienen una validez, una riqueza y una calidad que nunca antes tuvieron, tanto que viajan directamente, como flechas; traspasan las barreras lógicas y llegan al corazón mismo.

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