jueves, 29 de marzo de 2012

la prudencia


Me jacto de saber cuando estoy siendo coherente entre lo que digo y lo que hago y todo ello lo baso en la lucidez de las virtudes. No son exclusividad de una persona fluyen por el mundo para ser respiradas y practicadas por quienes habitamos un mundo humano, humano. Hoy te comparto una de ellas: la prudencia.
La urbanidad es el origen de las virtudes: la fidelidad su principio y la prudencia su condición.
La prudencia es una de las cuatro virtudes cardinales. Y quizá sea la más olvidada. La prudencia es la disposición que te permite deliberar correctamente acerca de lo que es bueno y lo que es malo para el hombre (no en si mismo, sino dentro del mundo, no en lo general sino en una situación especifica) y actuar, en consecuencia como es conveniente.
Y podría llamarle sensatez al servicio de la buena voluntad.
Así que la prudencia condiciona a todas las virtudes. Sin ella ninguna sabría como alcanzar el fin.
La prudencia no reina, pero si gobierna.
Que sería de un reino sin un gobierno.
No basta con amar a la justicia para ser justos.
Ni amar a la paz para se pacíficos.
Es necesario que exista una correcta deliberación, una buena decisión, una buena acción. La prudencia decide y la valentía se ocupa de llevarla a cabo.
Así que…. cuando la prudencia llega a reinar en el hogar la sabiduría que despliegan los padres hacia sus hijos finca actos invadidos de amor y comprensión.
Que este día despliegues un radiante brillo corporal, para ser compartido por aquellos que amas.
                                                           

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