La
inocencia es valentía y claridad a la vez. No necesitas tener valentía si eres
inocente. Tampoco necesitas claridad porque no hay nada más claro, más
transparente, que la inocencia. Por lo tanto, la cuestión consiste en cómo proteger
la propia inocencia. La inocencia no es algo que se pueda conseguir. No es algo
que tenga que aprenderse. No es algo como un talento: la pintura, la música, la
poesía, la escultura. No es como ese tipo de cosas. Es más parecido a
respirar, algo con lo que naces.
La
inocencia está en la naturaleza de todo el mundo. Todo el mundo nace inocente.
¿Cómo puede uno nacer sin ser inocente? Nacer significa que uno ha entrado en
el mundo como una tabla rasa, sin nada escrito. Sólo tienes futuro, no tienes pasado.
Este es el significado de la inocencia. Por
eso trata primero de entender
todos los significados de la inocencia.
El
primero es: no hay pasado, sólo hay futuro. Llegas al mundo como un observador
inocente. Todo el mundo llega de la misma manera, con la misma cualidad de
conciencia.
La
pregunta es: ¿cómo me las he arreglado para que nadie pudiera corromper mi
inocencia, mi claridad?; ¿de dónde saqué el coraje?; ¿cómo conseguí no ser
humillado por los adultos y su mundo?
No
he hecho nada, o sea que no se trata del cómo. Sencillamente sucedió, de modo
que no puedo atribuírmelo.
Quizá
esto es algo que le sucede a todo el mundo, pero comienzas a interesarte por
otras cosas. Empiezas a negociar con el mundo de los adultos. Tienen muchas
cosas que ofrecerte; tú sólo tienes una, y es tu integridad, tu dignidad. No
tienes demasiado, sólo una cosa; puedes llamarlo como quieras: inocencia,
inteligencia, autenticidad. Sólo tienes eso.
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