viernes, 20 de abril de 2012

el reto de ser padre y madre


Tendrás mucho que hacer, porque cuando la madre no está, TU responsabilidad se hace mayor, más grande. Tendrás que ser padre y madre. Pero de alguna manera puede ser un gran desafío y un crecimiento para ti.
Cuando sólo eres padre, tu ser más interno no está implicado, lo está sólo en la periferia. El padre es algo periférico. Es institu­cional, no es natural. Los padres sólo existen en las sociedades hu­manas; la sociedad los ha creado. No responden a un instinto natural; es sólo un condicionamiento. Cuando una mujer se con­vierte en madre, algo inmensamente importante le ha sucedido. Pero cuando un hombre se convierte en padre, no le ocurre dema­siado.
Para una mujer es casi un nuevo nacimiento. No sólo nace el niño; la madre también nace. La madre da nacimiento al niño, el niño da nacimiento a la madre.
Cuando una mujer da nacimiento a un niño, es vida. Cuando mira en los ojos del niño, está mirando su propio ser. Cuando el niño empieza a crecer, ella crece con el niño.
Por eso hasta ahora has sido sólo padre. Era una obligación, pero no estabas muy implicado. Ahora serás ambos. Tendrás que ser ambos; también madre. Y si puedes ser una madre para tus hi­jos, entonces no te preocupes de las responsabilidades, serán aten­didas. Empieza a pensar en términos de ser una madre. Vuélvete más receptivo... Cada vez más tendrás que dejar de ser padre, y ser madre cada vez más. Esto será para ti un gran
desafío y una gran transformación.
Si eres capaz de usar esta oportunidad, se producirá una gran re­conciliación. La reconciliación se producirá dentro de ti, el hom­bre y la mujer en tu interior, el yin y el yang en tu interior llega­rán a encontrarse, se cristalizarán.
Desarrolla una nueva visión ante cualquier si­tuación que te encuentres para tu crecimiento. Trata de mirar a tus hijos como si fueras su madre. Si no lo puedes hacer durante veinticuatro ho­ras, hazlo por lo menos durante unas horas. Y luego hazte con el hombre. Porque es totalmente diferente.
Cuando eres padre, te gusta dominar a tus hijos. Te gustaría ha­cer que fueran como tú. Cuando eres madre, te gusta darles liber­tad para que sean ellos mismos.
Puedes programarte intencionalmente: des­de que sale el sol hasta el anochecer serás un padre. Y durante toda la noche pue­des ser la madre. La mujer es más como la noche. Te rodea, te envuelve, te protege, y sin ofenderte, sin ni siquiera tocarte es como un vigía cuidando la navegación de su familia. Cuando la oscuridad te rodea, ni siquiera puedes tocarla. Está ahí, pero es casi corno si no estuviera. Su misma presencia es a través de la ausencia....

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