miércoles, 13 de septiembre de 2017

El niño aislado

En la infancia, los niños con tendencia al aislamiento pueden negarse a asistir a la escuela y, si se les fuerza, llegan incluso a negarse a participar en las actividades escolares en grupo. Los maestros suelen fijarse a menudo en los niños ruidosos y rebeldes, puesto que son los que alteran el orden de la clase, pero apenas se fijan en los niños aislados o, lo que es peor, los consideran niños de buena conducta reforzando precisamente su aislamiento, cuando son estos los que presentan problemas serios de personalidad. El maestro puede tardar mucho tiempo en descubrir que estos niños pueden estar afectados profundamente por algún tipo de problema.
Los principales factores que pueden inducir a que un niño se desarrolle en un contexto que genere aislamiento son:
Los padres tienen un comportamiento aislado y se muestras inseguros y tímidos lo cual influye de manera directa en los niños y hace que adopte el mismo comportamiento de los padres.
Si el niño ha desarrollado conducta de aislamiento como resultado de la falta de compañeros con quien jugar y de los contactos sociales graduales y adecuados que le ayudarían a integrarse en el ambiente social normal los padres deben favorecer y conseguir que su hijo interactúe con otros niños.
Si el niño ha desarrollado conductas de aislamiento por imitación de las conductas de sus padres, el tratamiento exige que se realicen sesiones conjuntas entre padres e hijos para que todos aumenten sus relaciones sociales.
Deberá cuidarse de no obligar al niño a participar en un contexto social difícil sin antes haber logrado una completa adaptación, de no ser así el niño podría llegar a agudizar el aislamiento. 

El egoísmo en el niño

El egoísmo es la tendencia a imponer los propios intereses a expensas de los demás. El niño que tiene dependencia de los adultos acapara la atención y dedicación de estos y en ocasiones, no contento con los cuidados que le dispensan, exige constantemente que estén con él  o ella, que se dediquen a él o ella. Comportamiento que provoca entre los adultos una opinión bastante generalizada de que los niños  <<son unos egoístas>>
Sin embargo no podemos considerar este comportamiento como resultado del egoísmo en el niño, sino más bien como una serie de respuestas encaminadas a hacer frente a su propia debilidad e inseguridad a través de lo único en que el niño realmente confía y encuentra seguridad: los padres, las personas y los objetos que forman parte de su vida cotidiana.
Es de esperar que al comienzo de la edad escolar el niño haya alcanzado cierta independencia y por lo tanto pueda prescindir  hasta cierto punto de los adultos. Sin embargo, si por los motivos que fueren el niño se siente todavía muy inseguro y no ha alcanzado la etapa de la independencia seguirá mostrando su debilidad y uno de los caminos de que dispone para hacerlo es a través del egoísmo; sea al captar la atención de los padres, al acumular objetos, guardarlos celosamente mostrándose incapaz de compartirlos.
Dos son las causas básicas del egoísmo en el niño. Por una parte está el aspecto social, según el cual los adultos inculcan el sentimiento de propiedad en el niño, bien directamente a través de posesión de objetos físicos, bien en actitudes que denotan apropiación de todo lo que les rodea.
En el momento de considerar el egoísmo en el niño se debe tener presente la etapa evolutiva en que encuentra, mientras exista total dependencia del mundo adulto, el llamado egoísmo infantil  es un comportamiento típico y casi necesario para llegar a lograr afianzarse a sí mismo. Podrá considerarse egoísta aquel niño que, superada esta etapa, continua aferrándose a determinadas personas  y objetos sin mostrarse capaz de compartir su mundo con los demás.
En resumen, para el tratamiento del niño egoísta se requiere;
a)      Que el niño vea que las personas que le rodean se dan las cosas entre si y se las dan también a él o ella.
b)      Si el niño guarda sus cosas o regalos como una colección conviene que los padres hagan la distinción entre atesorar algo por afecto y no necesariamente por acumulación.
c)       Si el egoísmo se debe a una forma de compensación por la falta de afecto de los padres, los padres en lugar de ofrecer regalos, deberían ofrecer una parte de su tiempo con el niño.

La pereza en los niños

Pereza es la ausencia de reacción perceptible ante diversos estímulos materiales, sensitivos, verbales, etc. que ofrece el medio; en el niño se trataría de una expresión de resistencia u oposición ante tareas impuestas por los adultos y que no resultan suficientemente atractivas para él o ella.
Una de las primeras características de los niños perezoso es la cantidad exagerada de tiempo que toman para realizar las tareas habituales, las que en un momento le exige la vida, sin que esto implique que esté haciendo una tarea paralela o complementaria que sustituya a la otra y que pudiera suponerse que les resulta más agradable o por la que se sienten más motivados. Diferencialmente la pereza aparece de forma disociada; a veces se muestra como pereza mental, en la que se supone que los niños no pueden llevar a cabo operaciones mentales o de conceptualización lógica. Otra cara de la pereza de tipo más evidente es física, en la que los niños se rehúsan a realizar cualquier tipo de actividad normal. El rasgo complementario de la pereza es la inconsistencia referida a una misma tarea e incluso tareas fáciles o irrelevantes.
En principio lo que no debe hacerse con el niño perezoso es mostrarse enfadado ante la conducta perezosa, amenazarle constantemente con castigos, ni estar recordándole lo que debe hacer. La razón importante del porque el rechazo de estas conductas reside en su poca efectividad, al mismo tiempo con estas actitudes el adulto refuerza la pereza en el niño premiándolo indirectamente.
Lo que debe hacerse es considerar algunas de las actividades siguientes;
Explicar específica y claramente lo que se espera de él o ella de modo que el comportamiento no presente dudas o divagaciones para no escudarse.
No permitir que eludan la tarea, a menos que sea imprescindible y no caer en la tentación de hacer el trabajo por ellos, creyendo que con ello se les está dando el ejemplo.
Cuando efectúen la tarea en un tiempo razonable hay que mostrarles aprobación sin que suponga elogios desproporcionados.
Cuando no se lleve a cabo la tarea deberán considerarse consecuencias desagradables que den sentido a la causa efecto del trabajo.
No impacientarse y por lo tanto no permitir que se ocupen en otra actividad sin que haya concluido la que esta realizando.