martes, 19 de septiembre de 2017
miércoles, 13 de septiembre de 2017
El niño aislado
En la infancia, los niños con
tendencia al aislamiento pueden negarse a asistir a la escuela y, si se les
fuerza, llegan incluso a negarse a participar en las actividades escolares en
grupo. Los maestros suelen fijarse a menudo en los niños ruidosos y rebeldes,
puesto que son los que alteran el orden de la clase, pero apenas se fijan en
los niños aislados o, lo que es peor, los consideran niños de buena conducta
reforzando precisamente su aislamiento, cuando son estos los que presentan problemas
serios de personalidad. El maestro puede tardar mucho tiempo en descubrir que
estos niños pueden estar afectados profundamente por algún tipo de problema.
Los principales factores que pueden
inducir a que un niño se desarrolle en un contexto que genere aislamiento son:
Los padres tienen un comportamiento
aislado y se muestras inseguros y tímidos lo cual influye de manera directa en
los niños y hace que adopte el mismo comportamiento de los padres.
Si el niño ha desarrollado conducta
de aislamiento como resultado de la falta de compañeros con quien jugar y de
los contactos sociales graduales y adecuados que le ayudarían a integrarse en
el ambiente social normal los padres deben favorecer y conseguir que su hijo
interactúe con otros niños.
Si el niño ha desarrollado
conductas de aislamiento por imitación de las conductas de sus padres, el
tratamiento exige que se realicen sesiones conjuntas entre padres e hijos para
que todos aumenten sus relaciones sociales.
Deberá cuidarse de no obligar al
niño a participar en un contexto social difícil sin antes haber logrado una
completa adaptación, de no ser así el niño podría llegar a agudizar el
aislamiento.
El egoísmo en el niño
El egoísmo es la tendencia a
imponer los propios intereses a expensas de los demás. El niño que tiene
dependencia de los adultos acapara la atención y dedicación de estos y en
ocasiones, no contento con los cuidados que le dispensan, exige constantemente
que estén con él o ella,
que se dediquen a él o ella. Comportamiento que provoca entre
los adultos una opinión bastante generalizada de que los niños <<son unos egoístas>>
Sin embargo no podemos considerar
este comportamiento como resultado del egoísmo en el niño, sino más bien como
una serie de respuestas encaminadas a hacer frente a su propia debilidad e
inseguridad a través de lo único en que el niño realmente confía y encuentra
seguridad: los padres, las personas y los objetos que forman parte de su vida
cotidiana.
Es de esperar que al comienzo de la
edad escolar el niño haya alcanzado cierta independencia y por lo tanto pueda
prescindir hasta cierto punto de los
adultos. Sin embargo, si por los motivos que fueren el niño se siente todavía
muy inseguro y no ha alcanzado la etapa de la independencia seguirá mostrando
su debilidad y uno de los caminos de que dispone para hacerlo es a través del
egoísmo; sea al captar la atención de los padres, al acumular objetos,
guardarlos celosamente mostrándose incapaz de compartirlos.
Dos son las causas básicas del
egoísmo en el niño. Por una parte está el aspecto social, según el cual los
adultos inculcan el sentimiento de propiedad en el niño, bien directamente a
través de posesión de objetos físicos, bien en actitudes que denotan
apropiación de todo lo que les rodea.
En el momento de considerar el
egoísmo en el niño se debe tener presente la etapa evolutiva en que encuentra,
mientras exista total dependencia del mundo adulto, el llamado egoísmo
infantil es un comportamiento típico y
casi necesario para llegar a lograr afianzarse a sí mismo. Podrá considerarse
egoísta aquel niño que, superada esta etapa, continua aferrándose a
determinadas personas y objetos sin
mostrarse capaz de compartir su mundo con los demás.
En resumen, para el tratamiento del
niño egoísta se requiere;
a)
Que el niño vea que las personas que le rodean se dan las cosas entre si y se las dan
también a él o ella.
b)
Si el niño guarda sus cosas o regalos como una
colección conviene que los padres hagan la distinción entre atesorar algo por
afecto y no necesariamente por acumulación.
c)
Si el egoísmo se debe a una forma de
compensación por la falta de afecto de los padres, los padres en lugar de
ofrecer regalos, deberían ofrecer una parte de su tiempo con el niño.
La pereza en los niños
Pereza es la ausencia de reacción
perceptible ante diversos estímulos materiales, sensitivos, verbales, etc. que
ofrece el medio; en el niño se trataría de una expresión de resistencia u oposición
ante tareas impuestas por los adultos y que no resultan suficientemente atractivas
para él o ella.
Una de las primeras características
de los niños perezoso es la cantidad exagerada de tiempo que toman para realizar
las tareas habituales, las que en un momento le exige la vida, sin que esto
implique que esté haciendo una tarea paralela o complementaria que sustituya a
la otra y que pudiera suponerse que les resulta más agradable o por la que se
sienten más motivados. Diferencialmente la pereza aparece de forma disociada; a
veces se muestra como pereza mental, en la que se supone que los niños no
pueden llevar a cabo operaciones mentales o de conceptualización lógica. Otra
cara de la pereza de tipo más evidente es física, en la que los niños se rehúsan
a realizar cualquier tipo de actividad normal. El rasgo complementario de la
pereza es la inconsistencia referida a una misma tarea e incluso tareas fáciles
o irrelevantes.
En principio lo que no debe hacerse
con el niño perezoso es mostrarse enfadado ante la conducta perezosa, amenazarle
constantemente con castigos, ni estar recordándole lo que debe hacer. La razón importante
del porque el rechazo de estas conductas reside en su poca efectividad, al
mismo tiempo con estas actitudes el adulto refuerza la pereza en el niño premiándolo
indirectamente.
Lo que debe hacerse es considerar
algunas de las actividades siguientes;
Explicar específica y claramente lo
que se espera de él o ella de modo que el comportamiento no
presente dudas o divagaciones para no escudarse.
No permitir que eludan la tarea, a
menos que sea imprescindible y no caer en la tentación de hacer el trabajo por
ellos, creyendo que con ello se les está dando el ejemplo.
Cuando efectúen la tarea en un
tiempo razonable hay que mostrarles aprobación sin que suponga elogios
desproporcionados.
Cuando no se lleve a cabo la tarea deberán
considerarse consecuencias desagradables que den sentido a la causa efecto del
trabajo.
No impacientarse y por lo tanto no permitir
que se ocupen en otra actividad sin que haya concluido la que esta realizando.martes, 12 de septiembre de 2017
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