miércoles, 1 de agosto de 2018

La vida de los escolares


De los 6 a los 10 años la vida del niño se torna más pensativa. El niño es más inhibido, más controlado, más consciente de los demás y de sus relaciones con ellos. Le preocupa la idea de que la escuela le resultara demasiado difícil, no deja de frotarse la nariz, la boca o el cuello por temores que de pronto los asaltan. Comienzan a adquirir la capacidad de colocarse en el lugar de otra persona a medida que crecen o más exactamente; incorporan a ellos la experiencia de otras personas. Por ello les emociona tanto las películas, los cuentos tristes o programas de TV. Si bien es cierto que lloran menos, chillan más que antes, la turbulencia general y la efervescencia motriz ha sido reemplazada por vocalizaciones de alta frecuencia, gritos y ocasionales alaridos sobrenaturales.
Hacia los nueve está llegando a ser lo que finalmente sus padres se han esforzados por hacer de ellos; “asume mayores responsabilidades” “es al mismo tiempo más independiente y más digno de confianza” “es obediente”.
Tienen conciencia creciente de ellos como personas. Están en el proceso de convertirse en individuos, en miembros del mundo social. Están adquiriendo suficiente conciencia de sí “mismo (a)”. Tienen ahora más conciencia de las formas en que difieren de los demás. Tiene conciencia de usar anteojos, de ser zurdos, de no trabajar igual o hacerlo mejor que sus compañeros de clase pero estas discrepancias no le perturban mucho por ahora.
Pueden aun tener temores a la obscuridad. Esta es una edad excelente donde se apropia de su sombra, le agrada que lo orienten en la obscuridad para caminar por el hogar. Algunos niños en lugar de sufrir temores evidentes, demuestran preocupaciones por una serie de cosas... como el viaje que hará papa, el nuevo trabajo de mama, la salida temprano de casa para no perder el autobús. Son niños que tienden aferrarse al pasado y tienen dificultades para entrar en el futuro, es un método indirecto para dar el paso siguiente. La mayor parte de los niños enfrentan directamente  toda tipo de experiencia temida  y la repiten compulsivamente hasta resolver su temor o bien provocan temores análogos asustando a los más pequeños.
Después de los nueve poseen una creciente capacidad de aplicar su mente a las cosas, por propia iniciativa o con ligeras sugestiones por parte del ambiente. Están tan ocupados que parece faltarles tiempo para realizar sus tareas rutinarias y no les apetece las interrupciones, pero interrumpen sus tareas si requieren de materiales para hacerlas, es decir van y vienen previéndose de lo necesario hasta concluirlas. Llenan sus momentos de ocio con alguna actividad útil, les complace poner a prueba su habilidad, les encanta azuzar su amor propio. 





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