Los movimientos corporales
del niño de ocho tienen fluidez y a menudo gracia y equilibrio, camina con
libertad. Tiene conciencia de su propia postura y recuerda en ocasiones que
debe sentarse erguido, se muestra dispuesto a criticar a otros que no lo hacen.
Le placen las actitudes teatrales y la expresión mediante una gran diversidad
de posturas y gestos, hace pruebas de acrobacia y se deleita jugando a seguir
al jefe. Ocho esta en continua actividad corre, salta, lucha, persigue a otro
niño, el juego de los escondites es uno de sus favoritos aunque también le
atraen otros deportes más organizados como el fútbol o el béisbol, cuando
participa de alguna actividad es tan buen espectador como buen jugador. Valor y
atrevimiento son característicos del niño a esta edad, trepando árboles,
haciendo equilibrio sobre el borde de las cercas, aumenta sus fuerzas. Hay un
incremento de velocidad y de fluidez en las operaciones motrices finas, el
acercamiento y la prensión son rápidos suaves y hasta elegantes. La liberación
se hace con gestos, seguros y precisos. Ocho puede cambiar la postura con mayor
sentido de adaptación; se inclina hacia adelante, luego se sienta en posición erguida
a manera de poder ubicar la cabeza a diversas distancias de su trabajo. Existe
mayor simetría que a los siete años y con frecuencia apoya ambos codos sobre la
mesa o extiende los dos brazos. Aunque es un activo hacedor de cosas, ocho
comienza a ser un buen observador, no toca todo lo que ve con tanta frecuencia
como antes.
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