El rostro original del
niño es tan valioso que cualquier problema vale la pena. Es tan valioso que,
pagues lo que pagues, sigue siendo barato; no te está costando nada. Y qué
alegría el día que te encuentras a tu hijo con su rostro original intacto, con
la misma belleza que trajo al mundo, la misma inocencia, la misma claridad, la
misma alegría, jovialidad, la misma vitalidad... ¿Qué más puedes pedir?
Tú no le puedes dar nada
al niño, sólo puedes tomar. Sí realmente quieres hacerle un regalo al niño,
éste es el único posible: no interfieras, arriésgate y deja que el niño se
adentre en lo desconocido, en lo inexplorado, en su vida. Es difícil un gran temor
paraliza a los padres: ¿quién sabe lo qué le puede pasar al niño?
Por este temor
empiezan a moldear un cierto patrón de vida en el niño. Por este temor
comienzan a dirigirle hacia un camino determinado, hacia un objetivo particular,
pero no saben que por ese temor están destruyendo al niño, no será
feliz, no te lo agradecerá; siempre cargará resentimientos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por dejarme tus comentarios