Si eres valiente para no reprimir tus emociones tendrás aplomo para no
reprimir las de tus hijos. Si sabes que es la represión sabrás el
daño que provoca. Si no la generas en ti, no la generas en otros veamos que es la represión...
- La represión es hacer cosas que jamás quisiste hacer
- La represión es ser la persona que no eres
- La represión es un modo de destruirte
- La represión es un suicidio muy lento
- La expresión es vida; la represión es suicidio
En un entorno familiar las palabras que se
dicen a los niños pueden llegar a ser represoras, tan represoras que no se tiene
conciencia del daño que les provocan veamos solo tres de ellas…
-cállate- reprimir a un niño para que no hable es como
dejarlo envenenado de ira. Aun cuando lo que hable sea fatal es mejor abrirles el
cauce de su ira emocional, sin que te lesione, a dejarles envenenado el corazón.
Cuando un padre o una madre no reprimen sus emociones poseen la sabiduría de
dejar hablar a los niños.
-atiende- obligar a un niño atenderte es reprimir
su inocencia, es obligarlo a reaccionar a tus deseos, es encuadrarlo en algo
que no quiere. Más vale aquilatar lo que merece la pena atender para enseñarle
al niño el arte de percibir los pequeños detalles de lo que le pides a exigirle
que te atienda. Cuando reprimes a un niño lo pones a temblar por dentro.
-Tranquilo- reprimir la energía de un niño,
para que se tranquilice, es como pedirle que controle un volcán de energía.
Mejor dale alternativas para canalizar esa energía en lugar de convertirla en
ira hacia ti.
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