Todas las
experiencias que vive un niño desde su nacimiento hasta la edad escolar constituyen su educación. El lenguaje que
oye, las personas que le rodean le sirven de modelo para sus comportamientos,
aquellas que le muestran el camino de las normas o lo limites, los libros, los medios
de comunicación, las salidas en familia, todo absolutamente, todo lo que rodea
al niño son sus maestros, es su escuela. La vida del niño es como su plan de
estudios, la adaptación es su principal objetivo, el desarrollo se convierte en
el proceso docente y el niño es el alumno ubicado en el centro del proceso.
La característica
más sorprendente del medio ambiente del niño en edad preescolar es su
naturaleza fortuita, no estructurada. Es decir el grandioso despliegue de
aprendizaje que se va sucediendo en la medida que crece. Sus progresos desde el
nacimiento hasta la edad escolar son fenomenales. Por ello parece razonable pensar,
que si es tanto lo que el niño aprende durante sus primeras etapas teniendo
como maestros a sus padres, su familia, cierto es que esta primera educación se
multiplicara en la media que los padres vayan abriendo nuevas brecas de
experiencias.
Dos entidades
perfectamente identificadas por una lado la familia y por otro la escuela. Si
somos capaces como padres de incrementar y formalizar la educación que
damos al niño en casa, su potencial tendera a expandirse y llegado el momento de la escuela, tu pequeño estará ávido de nuevos aprendizajes.
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