Al nacer, el niño está dotado de tal manera que parece
responder de una forma especial a los estímulos que provienen de quienes que le
rodean, en especial de los padres y sobre todo la madre. Es una manera tan peculiar
de contactar con la madre que surge la relación
madre- hijo abriendo paso al apego. En un principio la sonrisa parece
ser el primer indicio de la relación. Es una sonrisa de tal finura y tonalidad
que dará pie al lenguaje del pequeño. Y
esto solo puede ser comprendido como la apertura de un gran sistema en
desarrollo, un sistema conocido como; relación madre – hijo. Un sistema
dispuesto a funcionar a lo largo de los años. Una relación que a futuro madre e
hijo utilizaran para integrarse, expresar sus sentimientos y constituir una
relación basada en el lenguaje formal.
Primero surge la sonrisa – reacción, posteriormente pasa
a la sonrisa – dialogo situaciones que darán paso las primeras relaciones
del niño acompañadas de llantos o gritos y sus primeras vocalizaciones lo cual podría
interpretarse como sus primeros signos del lenguaje. Ante ello se sugiere que la
madre permanezca atenta a estos signos y otorgue el valor a lo que el niño
quiere expresar.
La madre al identificarse con el niño sabrá lo que siente
el pequeño y estará en condiciones de cubrir sus necesidades. Estoy hablando de
una adaptación de la madre hacia el niño.
Pero esta relación no se cierra solo a madre e hijo, se
abre a tal grado que de ser una relación de dos, pasa a ser una relación múltiple donde
interviene familia, cultura y sociedad.
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