lunes, 16 de diciembre de 2013

Chuparse el pulgar

El destete que enfrenta un niño al correr el segundo semestre (seis meses) puede constituir un trauma tanto para la madre como para el niño. Para la madre porque enfrentara conductas insospechadas del niño al retirarle el pecho o la mamila. Conductas reflejadas en el negarse a comer, la ansiedad traducida en llanto, chuparse insistentemente el pulgar, sus dedos, la cobijita, el lado dorsal de la mano, etc.  Conductas desconocidas para una madre antes de destetarlo dejándole entrever el trauma que ahora enfrentan ambos. Por un lado; una  madre ansiosa por no saber que ocurre al niño, y por otro; un niño aferrándose a todo lo que tiene a su alcance para aliviar la pérdida del objeto que le había dado alimento y placer llegándose a producir entre ambos una gran ruptura, cuando se ha destetado a un niño  que aun no está maduro.
Cabe aclarar que no solo es el destete quien impulsa al niño a llevarse el dedo a la boca, pueden encontrarse otros factores que se van entremezclando con las nacientes necesidades afectivas del niño como el urgente deseo de comer por sí solo y se ve impedido por una madre ansiosa u obsesiva, quizá las normas de los alimentos son excesivamente rígidas o las cuestiones culturales conllevan hábitos alimenticios anormales.
Cuando un niño es destetado tempranamente, el niño vive una  angustia depresiva, un sensación de pérdida, y siendo la primera relación madre e hijo, el niño siente la pérdida de su objeto amado (madre, pecho o mamila) siente que no volverá a aparecer así lo concibe su frágil mente infantil. Entonces se abre el camino a nuevas conductas para sustituir la perdida como chuparse el pulgar.
El niño dispone de varios mecanismos para sustituir el destete al que se ve obligado enfrentar, en un primer momento se prensa de su dedito como símbolo de relación con la madre, o bien captura su cobijita chupándola insaciablemente para sustituir a mama,  cualquier objeto que haga las funciones de la madre le vendrá bien al niño como una forma de relación, sustituyendo la carencia del objeto. Con ello no pretendo alentar las conductas referidas, la intención se centra en ser capaz de identificar el momento exacto para destetar al niño. Estoy hablando entre el año y medio y dos años, aun cuando todavía es incapaz de asimilarla la pérdida del objeto el niño ya se ha percatado que también recibe alimentos sólidos y observa que mama ahora le da de comer con la cuchara, observa que mama retorna, que no desaparece, el niño incipientemente se ha iniciado a la madurez.
Pero también existen niños incapaces de iniciarse en el chupeteo, niños que les miramos a temprana edad la ansiedad, el llanto colérico o el angustiante temor, el niño no encuentra la forma exacta para estabilizar sus emociones.
La primera experiencia respecto a la alimentación, el hecho de perder y recuperar el objeto querido  (el pecho o la mamila) serán fundamentales en la vida emocional del niño. Agradecerá tanto al objeto que proporciona el alimento, como al alimento mismo. Y si el objeto es dador de algo agradable, será amado y considerado como “bueno”, pero si este es resultado de frustración porque se niega a darle el pecho al niño este será odiado y considerado como “malo”. Creándose una manifiesta dualidad entre pecho “bueno” y pecho “malo” aquí es donde surge el origen en la no integración del YO, en los futuros traumas infantiles. Los primeros tres primeros meses de vida el objeto “bueno” y el objeto “malo” todavía no son muy claros en la mente infantil, a esta edad el niño parece creer que aun es parte del pecho materno. Es poco después del año cuando el niño percibe el pecho como algo separado de él,  y por lo tanto el temor a perderlo.
Los niños que viven una retirada precoz del pecho o del biberón, es decir que solo han podido mamar durante poco tiempo son los que más frecuentemente se chupan el pulgar y tendera a extenderse su necesidad de chupar el dedo a medida que avancen los años.
La succión o chupar el pulgar es una situación natural y muy válida entre 0  y 6 meses, representado como un reflejo natural. Después del año el chupeteo riesgosamente puede llegar a extenderse a chupar los dedos, la parte dorsal de la mano, objetos exteriores, baberos, dobladillos o trapos como ya lo he mencionado, llegando a tornarse crónico.
El chuparse el pulgar normalmente es muy frecuente a temprana edad e ira decreciendo con la edad, será normal hasta el segundo año de vida, y se vuelve un trastorno cuando el pequeño ha rebasado los tres años.

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