La personalidad del adolescente determina su
conducta. Así como su ambiente socio económico lo cual afecta considerablemente su
desarrollo. Tal comportamiento lo miramos en su grupo de amigos o en la
escuela.
En la escuela como en el hogar, algunas situaciones
desconciertan al adulto quien debe enfrentar y manejar adolescentes que
evidencian trastornos de personalidad. Estos adolescentes poco a poco se van convirtiendo
en seres apáticos, descontentos, agresivos, tímidos, exhibicionistas,
nerviosos; y hasta llegan a sufrir ciertos defectos físicos (visuales,
auditivos) o desajustes emocionales con limitadas posibilidades de aprendizaje
presentando problemas de conducta.
Debemos ser muy cautelosos al formular
juicios valorativos sobre el comportamiento del adolescente procurando que los
mismos no posean valoraciones prejuiciadas desde distintas perspectivas:
El enfoque biofísico que alude a un trastorno
orgánico, el enfoque psicoanalítico que se presenta cuando hay problemas psíquicos
dentro del adolescente (disturbios emocionales) y el enfoque conductual que
pone énfasis a las normas de conducta que aprende ya sea en la familia, la
escuela o el grupo de amigos. Ante cualquier tipo de trastorno que presente el
adolescente se recomienda realizar un diagnóstico de las posibles causas de
dichos problemas para aplicar cualquier procedimiento que influya sobre el
problema de una manera racional y aceptable. De esta forma se orienta al
estudiante y no se le reprime, ni prohíbe, mucho menos se le castiga, ya que no
sería la mejor actitud ejecutada por el adulto. El adolescente es un ser en
pleno desarrollo evolutivo por lo cual las normas de conducta que se establezcan
tienen importancia vital, ya que de ello dependerá lo que el chico o la niña
habrán de ser en el futuro.
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