Tampoco hay juventud si los mayores se disfrazan de menores y además
de la apariencia exterior, de piel lisa, de músculos lozanos, de aerobismo
diurno y nocturno en recintos de música heavy, además de todo eso se creen realmente
idénticos a sus hijos.
Vivir es vivir entre límites, en algún
encuadre, entre horizontes. Dentro de ese espacio germina y se desarrolla la
libertad.
Interpretamos mal: creíamos que la
libertad se da. No es cierto: la libertad no se da, la libertad se toma, se gana, se conquista, se logra, se esculpe, abatiendo esclavitudes,
confrontándose con límites, aceptando unos, rechazando otros, pero usándolos
como referentes en el camino.
Además la libertad es un medio, no un
fin. Ahí la tienes, para hacer algo con ella, algo que tú elijas.
¿Y cómo se elige? Se elige entre
opciones. Las opciones son los límites dentro de los cuales la libertad
adquiere sentido, al rechazar unos y adoptar otros.
Es libre el que elige un proyecto de
vida.
En consecuencia, hablemos claro: Somos, hijo mío, distintos y
distantes en el tiempo, y ése es el primer límite de nuestra coexistencia, de
tu educación, y no me digas que no te entiendo, porque la verdad es que tampoco
me entiendes, y la otra verdad es que no tengo por qué imponerme un
entendimiento que no me corresponde, y más aún: no estamos aquí para
entendernos y no me aterra ni me da culpa el no entenderte.
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