El desarrollo social
del adolescente empieza a manifestarse desde temprana edad, cuando en su
infancia (podemos decir a partir de los 10 años) empieza a pertenecer a
pequeñas pandillas con la
única finalidad de
jugar o de hacer travesuras.
A medida que el niño
se va desarrollando empieza a tener otras inquietudes a la hora de elegir a un amigo,
es selectivo, pues tienen que tener las misma inquietudes, ideales y a veces hasta
condiciones económicas. El grupo adolescente se inicia sólo con dos. El
adolescente y el amigo abren el paso de un grupo a otro. Se caracteriza porque
el muchacho ya no se interesa por las aventuras a las que siempre ha pertenecido
y busca la soledad. Se asocia a un compañero, solo a uno; así inicia el grupo
puberal. Algunos psicólogos se refieren a ésta etapa como una de la más crítica
del ser humano ya que el adolescente ve a la sociedad o al mundo como un tema
de crítica y rechazo, rompe el cordón umbilical que lo liga a los padres,
desconoce la autoridad o cualquier liderato que se encuentre en ese período
transitorio en donde no pertenece a una pandilla pero tampoco forma parte de un
grupo puberal.
La comprensión la
buscan fuera, en los compañeros, en los amigos, hasta encontrar el que va a
convertirse en su confidente, el adulto o los padres no llenan esos requisitos.
La crítica y los sentimientos trágicos son la fuente de una conversación en dos
adolescentes; hablan de las muchachas, de los paseos o fiestas, de los
conflictos con los padres o las depresiones. Estas conversaciones están llenas
de resentimientos imprecisos y son la fuente de verdaderas críticas normativas.
Esas conversaciones sirven para dejar salir sus preocupaciones y dar descanso a
los estados trágicos.
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