jueves, 6 de diciembre de 2012

Un Picasso


Cuando un niño pinta, no le impongas tus criterios de adulto; no le digas que eso no es un Picasso. Si el niño lo disfruta, y se encuentra absorto cuando está pintando, eso es suficiente. ¡El cuadro es maravilloso! No debido a ningún criterio objetivo, el cuadro podría ser un disparate; podría ser sólo colores aplastados, podría ser un desastre.... Debe de serlo porque un niño es un niño; tiene una visión diferente de las cosas.
Por ejemplo, si el niño dibuja la cara de un hombre, tiene una visión diferente. Hará unos ojos muy grandes; la nariz será muy pe­queña. Puede que no tenga orejas ‑nunca se ha fijado en ellas‑, pero los ojos son muy importantes para él. Si pinta un hombre, hará la ca­beza, los ojos, las manos y las piernas, pero no pintará el torso; esa es su vi­sión. Para ti está mal pero desde su punto de vista así es como él ve a un hombre: manos, piernas y cabeza.
Por eso, deja a los niños hacer lo que quieran; únicamente ayúdales. Les puedes decir cómo mezclar los colores, cómo sujetar un lienzo, cómo usar un pincel; en eso les puedes ayudar. En lugar de ser un guía, sé una ayuda.

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