¿Podrían imaginarse vivir en un
país donde cada casa tiene teléfono, pero sólo algunos de ellos cuentan con
cables para conectarlos? El sistema telefónico no funcionaría. Esta situación
es similar al cerebro de sus hijos al nacer. ¡Entre la sexta semana y el quinto
mes de embarazo, en el cerebro de un bebé se desarrollan aproximadamente 100
mil millones de células cerebrales! Algunas de estas células cerebrales se
encuentran conectadas al nacer, pero la mayoría no lo está. Precisamente,
durante los primeros cinco años de vida, el cerebro infantil hace un gran
esfuerzo para establecer dichas conexiones cerebrales. ¿Usted ha visto alguna
vez lo que sucede al caminar una y otra vez y en la misma dirección en la nieve
profunda o en hierba alta? Se forma un sendero. Algo parecido ocurre a medida
que el cerebro se desarrolla. Cada vez que sus bebés usan uno de sus sentidos
–la vista el gusto, el tacto, el oído y el olfato– se crea una nueva conexión o
sendero. Si un niño tiene diversas clases de experiencias y dichas experiencias
se repiten una y otra vez, se fortalecen las conexiones cerebrales. De estas
conexiones depende la manera en que sus hijos piensan, sienten, se comportan y
aprenden.
En los primeros tres años el
cerebro habrá hecho muchas más conexiones de las que necesitará en toda la
vida. Tal como cuando ustedes le cortan las ramas a un árbol para que se
fortalezcan las raíces, el cerebro elimina las conexiones que no se usan con
regularidad. Esta eliminación de las conexiones inutilizadas continúa de tal
forma que sólo se mantienen las conexiones importantes.
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