Mantén la actitud de un niño de tres años. Deja que sea tu realidad
y que tu edad cronológica sea sólo un fenómeno social, sólo una fachada. Sé un
adulto sólo externamente; en tu interior sigue siendo un niño. Y cuando estés
solo, deja toda tu adultez; no hace falta. Compórtate como un niño. Y
estaría bien que jugases con niños pequeños.
Llévatelos a dar un paseo a la orilla del mar, a un parque o a cualquier lugar y compórtate
como ellos; no les obligues a comportarse como tú. Síguelos y verás cómo surgen
nuevas intuiciones en ti.
A veces te dará miedo sentirte como un niño, porque entonces
te vuelves tan vulnerable, tan abierto que todo el mundo te puede hacer daño.
Vuelves a ser impotente..., pero esa impotencia es hermosa. Ser vulnerable es
hermoso; que te hieran algunas veces es hermoso. Para evitar estas heridas nos
endurecemos, nos sale una costra, como de acero, una armadura. Es segura pero
está muerta.
¡Estás en un espacio muy hermoso! Sigue ahí, y sigue
invitándola una y otra vez. Siempre que tengas la oportunidad, vuelve a ser un
niño.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por dejarme tus comentarios