Muchos jóvenes escogen tener un aspecto feo. Se
visten como punks o como cabezas rapadas, afeitándose parte del pelo y tiñendo
el resto con colores extravagantes. También prefieren vestir ropa hecha
harapos. Es la imagen del adolescente que ha decido llamar la atención a las
mentes que siguen un mismo patrón de actuación.
Y no es nada extraño. Es un fenómeno que hemos visto
por décadas. Están aburridos de tu estilo de vida. Simplemente, están mostrando
su resentimiento. Están señalando que no has dirigido tu sociedad hacia la
verdad, hacia la tranquilidad, hacia la divinidad, la has dirigido hacia la
muerte.
Los punks o
los cabezas rapadas son sólo
recordatorios de que nuestra civilización ha
fracasado. Naturalmente, siempre es la juventud la que está más
vulnerable a lo que viene, la más receptiva. Pueden ver que está llegando la
muerte que el hombre esta preparando un gran cementerio para toda la
humanidad. Con su ropa extravagante, sus harapos, cortándose la mitad del pelo,
sólo están indicando que todavía hay tiempo para abandonar la línea que has
estado siguiendo hasta ahora.
Esos punks y esos cabezas rapadas sólo están
tratando de decirte algo; son simbólicos. Saben que eres sordo y que no
escucharás.
Hay que hacer algo drástico para que empieces a
pensar: «¿En qué nos hemos equivocado? ¿Por qué se comportan nuestros niños de
esta manera?» ¿Qué te esperabas? Te estás preparando para una guerra nuclear;
estás preparando la muerte de toda la vida en esta Tierra.
Estas personas no son un fenómeno extraño.
Simplemente, se están rebelando contra ti y sería bueno que les escucharas. Y
sería bueno cambiar el camino que han estado siguiendo hasta ahora, el camino
del materialismo.
El hombre está atascado, y la juventud lo está
señalando; y tienen que ser extravagantes, porque tú harás oídos sordos a la lógica,
a la razón, a la inteligencia.
Siento compasión por estas personas; me gustaría
conocerlas. Estaré de acuerdo con ellas inmediatamente porque puedo entender
su sufrimiento y su angustia. Podrían resultar ser tus salvadores. No te rías
de ellas; ríete de ti mismo. Son tus hijos; los has creado y debes tomar la
responsabilidad. A un padre se le conoce por sus hijos, al igual que al árbol
se lo conoce por sus frutos. Si los frutos están envenenados, entonces ¿a quién
vas a culpar, a los frutos o al árbol? Tú eres el árbol, y esos jóvenes de loca
apariencia son los frutos. De alguna forma eres responsable. Son un interrogante
para ti. Piensa en ellos con compasión.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por dejarme tus comentarios