Hice
un contrato con mi padre. Le dije:
‑Quiero hacer un contrato.
‑¿Sobre qué? ‑me preguntó.
‑El contrato es que si digo la verdad me recompensarás, no me
castigarás ‑le dije, Porque si me castigas, la próxima vez no diré la verdad.
Y eso es lo que está sucediendo en todo el mundo: se castiga
la verdad; por eso las gentes dejan de decirla y empiezan a mentir, porque se
recompensa la mentira.
Por eso le dije:
‑Tuya es la decisión. Si quieres que te mienta, te mentiré....
si eso es lo que vas a premiar. Pero si estás dispuesto a premiar la verdad,
diré la verdad, pero entonces no me podrás castigar por ello.
‑Acepto el contrato –dijo…
Es
un método sencillo. Si tú mismo no te puedes mostrar ante tu padre y tu
madre..., en este mundo cualquiera es más extraño que ellos. Tu padre y tu
madre también son extraños, pero son los extraños más próximos, los más
íntimos.
Muéstrate
ante ellos para que no haya ninguna brecha. Eso les ayudará a ser sinceros
contigo. Esto es algo que hay que recordar: que la sinceridad, la honestidad y la verdad, provocan en la otra persona las mismas cualidades multiplicándose la
verdadera humanidad.
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