miércoles, 20 de junio de 2012

tocando fondo


Cuando permites que el niño aflore sus sentimientos como el llanto, la ira, y hasta las rabietas pasajeras, estarás permitiéndole familiarizarse con todo tipo de emociones.
Si observas todo el mundo parece infantil porque no se le ha permitido vi­vir su infancia. Por eso un hombre de cuarenta, cincuenta o has­ta de setenta años puede tener una rabieta. Basta que le moleste una nimiedad y puede volverse muy infantil. Un pequeño shock, alguna tristeza, y no será capaz de soportarlo. No se le ha permi­tido vivir la juventud; esa juventud no vivida sigue prologándose.
Ten siempre en cuenta, como una regla básica: terminamos con aquello que vivimos; aquello que no vivimos persiste, quiere ser vi­vido. Hay cosas que están bien en la infancia. Esas mismas cosas pueden ser muy peligrosas cuando la infancia se haya desvanecido. Por ejemplo, si un niño  grita puede ser entendido, si chilla puede ser en­tendido, pero cuando tenga cuarenta o cincuenta y grite o chille será difícil que le entiendan; entonces él mismo se sentirá aver­gonzado.
Déjale, no tengas miedo. Tu miedo proviene de la represión; él no es la causa. Tú has sido reprimido; nunca te permitieron hacer esas cosas que él hace. En el fondo, debes de sentirte un poco ce­loso y tienes miedo de que algo pudiera ir mal. Te han enseñado que está mal hacer esas cosas.
Déjale. Con esto crecerá y dejará atrás su infancia. Cuando ma­dure, habrá madurado de verdad. Nunca necesitará algo parecido a una terapia, a una gestalt o a un psicoanalisis. Él lo ha vivido todo, y cuan­do puedes vivir de verdad TODO llegas hasta el fondo.

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