La familia es como un latido, con
vida, con energía, con ímpetus, con esperanzas para llevar a buen puerto a
quienes la habitan. No es una entidad estática, no se imanta, no se cierra al
crecimiento, semeja un gran halo de energía que concentra todo el poder para
sobrevivir. Juntos enfrentan constantes cambios y van creciendo día a día. Aun
cuando uno de ellos se agote o caiga en las profundidades del cambio (muere un
familiar, se enfrenta a enfermedades, la madre es despedida del trabajo, hay conflictos
con los hijos) siempre estarán abiertos al cambio. Espiritualmente saben que
deberán adaptarse a las nuevas condiciones para seguir latiendo.
La imagino como
un corazón que resurge intensamente recargándose de energía, de amor de nuevas
esperanzas… así es mi modo de ver a una familia nutridora, unida, energizarte y
hasta desafiante con los obstáculos que la vida pone en su camino….
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