Somos parte de la Totalidad y la Totalidad no es
indiferente a nosotros, no puede serlo. ¿Cómo va a ser una madre indiferente a
su hijo? Es imposible. Cuando el niño crece, la madre también crece con él.
Cuando el niño es feliz la madre también es feliz con él. Cuando el niño danza,
algo danza también en la madre. Cuando el niño está enfermo, la madre está
enferma. Cuando el niño es desdichado, la madre es desdichada. Porque no son dos; son uno. Sus corazones laten
a un mismo ritmo.
La Totalidad es tu madre. La Totalidad no es indiferente
a ti. Permite que esta verdad penetre en tu corazón tan profundamente como sea
posible, porque incluso esta consciencia de que la Totalidad se siente feliz
contigo, te cambiará. Entonces ya no estás alienado, ya no eres un extranjero
aquí. Ya no eres un vagabundo, sin hogar, porque todo es un hogar, TU eres una Totalidad. Y la Totalidad
es tu madre, te cuida, te ama. Vivir en totalidad como hombres o como mujeres es vivir en un mundo donde la Totalidad se
compenetra en nuestro respirar universal.
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