Generalmente cuando hablo de dar libertad a los hijos, los
padres caen en trampas irremediables como las de verse invadidos por conductas
irresponsables de los pequeñitos, pues los han dejado a su libre albedrio. Y
esta no es la intención de la libertad y el amor, no. Ambos llevan
implícitos el comulgar con el respeto
hacia a los padres y ante ello permíteme decirte que el niño quizá llegue a
tener más poder que tu, si no encuentras un punto medio para controlar esas
conductas. No confundas la libertad y el amor con las conductas irreverentes de
los niños…..
Bajo este preámbulo deseo abordar los gritos que toda madre
o padre se vale para redireccionar las conductas de los hijos. Y con ello no
deseo justificarlos o expresar que son el medio ideal para educar a los hijos,
no. Es la firmeza que a mi modo de ver re direcciona cualquier conducta
irreverente del niño, pero en tanto no llegues a descubrirla respirarla y sobre
todo fluirla, te valeras inicialmente de lo que tienes a tu alcance: “los
gritos”.
No, te preocupes por gritar; en absoluto. Es
natural. Sólo tienes que recordar una cosa: equilíbralo con amor, entonces tus
gritos bajan el tono y se convierten en firmeza.
Sin embargo abr momentos en los que uno quiere gritar,
los niños lo entenderán, porque ellos también gritan. En realidad, ese es su
lenguaje. Si sientes que estás hirviendo en tu interior y no quieres gritar,
el niño lo intuirá y se sentirá muy molesto, pues descubre tu falsedad al
hablarle con mimos. Puede sentir que toda tu vibración está gritando y tú no
estás gritando; incluso estás sonriendo, acariciándolo o controlándote. El niño
se molesta mucho porque siente que la madre le está engañando, y un niño nunca
perdona el engaño. Siempre están dispuestos a aceptar la verdad. Los niños son
muy empíricos, muy con los pies en la tierra.
Por eso grita siempre que tengas ganas, en tanto no
has llegado al autocontrol emocional y en especial a explayarte con firmeza.
Después, sólo tendrás que acordarte de equilibrarlo con amor.
Por ejemplo, un niño ha hecho algo malo y tú
reprimes tu enfado.
Este era el momento efervescente. Si le hubieras corregido
en el instante con firmeza todo seria vivo e incendiándose las emociones…..pero
te has reprimido, porque según tu ya no quieres gritar, y no te dije que
gritaras, te sugerí que fueras firme, así que no confundas. Más tarde, cuando
el niño no está haciendo nada ‑han pasado las horas y se ha olvidado
completamente del incidente‑, pero tú eres incapaz de olvidarte; te has
reprimido. Ahora el asunto ya se ha enfriado. Entonces, encontrarás alguna
excusa para cobrarle la falta: «¡No has hecho tus deberes!» Esto es frío y te
estás tomando la revancha. Y ahora resulta que descontrolas totalmente al niño…entonces
te preguntara: estas enojada?...y solo le darás una excusa racional: -no estoy
enojada-, ya te he dicho muchas veces que cumplas con tus deberes. Vaya
falsedad, te estás cobrando lo que reprimiste.
Así que encuentras alguna excusa racional para
cobrarte la falta. Si lo hubieses hecho en el momento. Ahora encontrarás alguna
excusa no natural pero sí racional: que no ha hecho sus deberes, que su ropa
está sucia o que hoy no se ha duchado. Estás enfadada, pero tu rabia es fría,
ahora los incidentes del niño ya han pasado y el los ha olvidado. Puede que te
liberes de la rabia contenida; pero también esto será feo.
Es como comer la comida fría ‑cuesta digerirla‑, se
hace pesada en el estómago.
El niño no lo puede entender. Por eso, actúa en el
instante. Corrige la conducta bajo la efervescencia de ambos, tú con firmeza y
el con rabia al mirarse descubierto en el instante…. sabrá en el momento exacto
cual fue su conducta irreverente. Uno sabe....cómo comportarte. No se necesita aprender
de nadie. Simplemente, sé natural.
Canta y baila por tener un hijo tan hermoso.
Abrázalo a veces, acércatelo. Déjale que sienta tu cuerpo y siente el suyo. Él
es parte de tu cuerpo. Y tu eres parte de el….solo permite que la firmeza
aflore con toda su naturalidad de aplomo, sin agredir, sin golpear, sin
lesionar. Solo bastaran unos instantes de ella para redireccionar una conducta
irreverente.
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