lunes, 12 de junio de 2023

Demasiado Activos

No es fácil ser padre, especialmente madre, pero los dos comparten la culpa en el caso de tener niños demasiado activos, niños que provocan tempestades en el hogar según las pautas de los expertos acerca de lo que “debería ser”. Los padres sirven como excusa prefabricada cuando cualquiera de los sistemas sociales falla en su trato con los niños. Si ellos han hecho todo lo posible, "debe ser la vida de su hogar”. La verdad es que los padres nunca salen ganando. Si el niño tiene éxito al satisfacer expectativas fuera de la familia los del exterior se adjudican el mérito. Pero cuando hay una falla, se recurre a los padres para echarles la culpa. Esta situación absurda repercute en la temprana adolescencia, momento en que el niño mismo cree que todo lo “bueno” en él lo obtuvo solo y que todo lo malo lo adquirió de sus padres. Este punto de vista ha prevalecido tanto que la mayoría de los padres lo aceptan como algo dado. Piden orientación para encontrar una forma de no seguir dañando a sus hijos y confiesan detalladamente cualquier posible trauma o crisis del pasado que pudiera tomarse en cuenta para comprender las dificultades del niño. Desafortunadamente todos aquellos que jugamos a ser detectives encontramos muchos pretextos que no encajan en nuestros juicios para determinar la hiperactividad. Simplemente respondemos a las nociones que son pertinentes, y en seguida los padres toman al pie de la letra lo que pensamos. Entonces se ocupan en realizar aquellas ideas que hacemos notar con nuestras afirmaciones. No es extraño que los padres se enreden, se frustren y se comporten defensivamente. Todo el mundo les da una versión diferente. Algunas de las recomendaciones dadas por los profesionales simplemente no funcionan, especialmente las que se dan en términos abstractos. Ejemplos tediosos se dan en informes como: se le deben dar tareas que lo hagan menos hiperactivo, adiestramiento que lo haga mas responsable y muchos elogios. Y los padres empiezan a utilizar categorías como “bueno y malo” etiquetas que enmascaran lo especifico acerca de lo que deben manejar en la vida cotidiana. Si las recomendaciones se dan con generalidades, los padres no pueden ver al niño como alguien que se comporta de determinada manera en ciertas situaciones. Muy a menudo la ansiedad, la preocupación, la frustración que viven los padres son igualmente efectos y causas. El pasado esta lleno de acertijos y decepciones y casi todos ellos forman parte de un juego fútil que consiste en culparse. Uno escucha y se da cuenta que las necesidades de los padres son una preocupación valida. Tienen derecho a enojarse, derecho a descansar, derecho a sentirse interesados sin angustiarse. Ellos pueden relacionarse con mayor seguridad cuando su propia autoestima no esta en ruinas. Los padres se sienten agradablemente sorprendidos cuando le hablan al niño sin ira, en tono casual, descubren una nueva técnica. Le dicen como es, y así es. Hay una verdadera diferencia entre ser directo y no serlo, dejar de estar caminando entre alfileres. Explorar con los padres significa averiguar aquello que es importante y posible para ellos en términos de su situación para que se equilibren con las necesidades del niño. Lo cual significa escuchar sin hacer recomendaciones de “lo ideal” como sugerir que le compren un trampolín porque necesita desarrollo motriz o recomendarles un tutor privado cuando económicamente no es posible. Las recomendaciones deben ser realistas, no representar una ruina para toda la familia, conocer las necesidades estimula el uso creativo de materiales y recursos a la mano. El no se convierte en un niño diferente en un sentido total, pero hay cambios que satisfacen a los padres. Esto tiene que ver con como se perciben a si mismos en su convivencia y en el manejo de la situación, en la menor cantidad de ira hacia el niño y la disminución de actitudes criticas mutuas. Una vez que los padres empiezan a ver con sus ojos hacen sugerencias y plantean posibilidades sin que se les tenga que decir una sola palabra. Cuando actúan basándose en su propia comprensión, experimentan un auténtico placer, algo más que seguir mecánicamente un consejo porque entienden el punto de vista del niño. A través de sus propias descripciones: “lo lleve al supermercado porque quería comprar una tarjeta de felicitación para su maestra, a quien quiere mucho. Cuando íbamos saliendo, una señora muy maternal traía un paquete de dulces y le ofreció uno y el le ladró, “¡NOOO!” Me sentí apenada por su descortesía y la señora trataba de ser amable. Le dije que se fuera al coche y esperara. Estaba enojada. Mas tarde le pedí que me explicara porque lo había hecho. Me dijo con toda calma: “En la escuela nos enseñaron que nunca debemos aceptar dulces de un extraño, podrían estar envenenados”. La madre sabe que el niño no puede adaptarse a una situación específica. Ahora comprende sin condenar, puede ver el punto de vista del niño y hacer a un lado su propia vergüenza. Se cometió un error para aprender y añade que esto habla de la dificultad que su hijo tiene para discriminar entre lo real y lo supuesto. Con la comprensión se desarrolla una simpatía real hacia el niño entonces sucede un nuevo tipo de relacionarse: “lo estamos viendo desde otra manera más simple y sencilla”. 

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