lunes, 30 de diciembre de 2013
Ansiedad infantil
La
ansiedad no solo es una cuestión que padecen los adultos. La ansiedad es una situación
que también enfrentan los niños. Es una reacción que puede llegar a ser
pasajera o patológica. El solo hecho de llegar a un nuevo mundo nos hace participes
de adaptarnos a él, conocerlo y entenderlo y esto en cierta manera nos genera
ansiedad, una ansiedad natural. Lo mismo sucede con el niño, desde el momento
de nacer va enfrentando una serie de situaciones incomprensibles y hasta inexplicables
lo cual le genera estados de ansiedad. Ansiedad que resulta ser muy normal derivada
de situaciones naturales como el día o la noche, los animales, o el cielo, las
nubes o la lluvia. La ansiedad resulta ser pasajera cuando el niño posee la confianza
y llega a comprender el origen de las situaciones inexplicables para él. Pero
se convierte en patológica cuando no haya una explicación que satisfaga a su
pequeña mente. Es decir; no alcanza a
comprender la situación en su pensamiento, lo cual le genera ansiedad.
A
lo largo de su desarrollo la ansiedad está latente y es muy natural. Durante el
primer año de vida el niño vive el miedo a separarse de sus padres generándole
estados de ansiedad misma que superara cuando llegue a percatarse del origen. Ejemplificando
esto, el niño siente que se le van sus padres, incluso que los pierde y sus
manifestaciones suelen ser de llanto e irritabilidad, es la ansiedad, pero
cuando se percata que regresaron sus
padres, la ansiedad desaparece es decir el niño descubre el origen.
Otro
factor importante que genera ansiedad entre los tres y cinco años el niño es el
miedo a dormir solo o el miedo a la obscuridad, lo cual es muy propio de su desarrollo pues está
enfrentándose a situaciones desconocidas; la noche, el sueño, quizás piensa que
no despertara provocándole reacciones de ansiedad. Entre los ocho y once años
surge el miedo a la perdida de los padres. Aun cuando ya es un niño que conoce el
miedo y sabe enfrentarlo, ahora se enfrenta a la muerte. Y la muerte es un
hecho que ha escuchado, que ha vivido o la mira en los medios de comunicación.
Un hecho que aun no alcanza a explicarse y por lo tanto le genera ansiedades.
La
ansiedad durante la adolescencia suele ser muy marcada de hecho se le conoce como;
crisis de adolescencia. Etapa con múltiples crisis que se traducen en ansiedades
que abra de superar el niño y las más
comunes suelen derivarse de su entorno social. Es decir aparece una urgente
necesidad de pertenecer a un grupo de amigos. O bien su insistente escrutinio
corporal y hasta verbal se vuelve obsesivo para no hacer el ridículo en su
medio. De alguna manera también afloran sus primeras responsabilidades como el
desempeño escolar, sin olvidarnos de los cambios biológicos y hormonales por
los que está atravesando, situaciones que lo mantiene en un constante estado de
ansiedad.
Ahora
que conoces como se presenta la ansiedad durante el crecimiento del niño, compete
entender al pequeñito que presenta algún tipo de ansiedad brindándole tu
confianza y compañía para ayudarlo a comprender lo que sucede.
lunes, 23 de diciembre de 2013
La mirada, primer contacto de socializaciòn
La fascinación de la primera mirada del bebe al
nacer, tiene una capital importancia en la vida del niño. El contacto visual,
no hablo del físico, constituye el origen de la socialización en un niño. La respuesta
social de un niño al mirar el rostro nos ofrece una excelente visión del
conjunto de reacciones que denota un pequeño al estar frente a otro rostro,
hablo de la capacidad de un “ser de participar con otro ser”, mediante la
mirada, ya que, al haber un intercambio de miradas, no solo ve unos ojos, ve a
otra persona que lo mira.
La primera interacción surge entre una madre y su bebe al intercambiar
constantes miradas, es gracias a la mirada que una madre entra en contacto con
el bebe en relación a las necesidades del recién nacido, al clima afectivo y
emocional que se desarrolla el entrar en contacto con la mirada. Es
sobradamente sabido que el contacto a través de la mirada prevalece en la
acción de tomar alimento hasta el punto de que los pequeños se suelen distraer
al succionar. Llegados los cinco meses disminuye la capacidad de respuesta a la
mirada y ahora la boca se convierte en la zona más apropiada para atraer la
sonrisa y provocar la atención y parece ser que las niñas se muestran más
atentas y se acostumbran antes al rostro de la madre.
Podemos clasificar la atención que presta un pequeñito al rostro
humano atendiendo a su entorno y los factores que lo rodean de acuerdo a los
siguientes tipos:
Los lactantes de mirada despierta que buscan insistentemente los ojos
maternos, y una vez que entran en contacto con ellos, les cuesta apartar la
mirada.
Los lactantes que llegan al contacto, pero no se muestran muy
fascinados.
Los lactantes que evitan los ojos de la madre.
Indudablemente que esta tipología no funciona cuando la madre no se
sabe adecuar a las miradas del niño,
quizás sus miradas tienden a ser fugitivas, evasivas o evita el contacto por
aversión. En general es importante admitir que los contactos de una madre con
el pequeñito mediante la mirada transmiten al niño la afectividad entre ambos
rostros, la relación e interacción entre madre e hijo, actuaciones que se
conciben como el primer acercamiento de un niño a la socialización. Este tipo de encuentros entre miradas tiene un
valor de auténticos diálogos preverbales, enormemente significativos para el
desarrollo del niño pues alude al campo de socialización de un niño.
Por último te comparto que existen diversos movimientos de la mirada,
uno para cada edad:
- La sonrisa antes del sexto mes
- La mirada de interrogación al llegar a los doce meses
- La mirada en demanda de ayuda al llegar hacia el año y medio
- La mirada para pedir aprobación al llegar a los dos años.
Parece ser que la mirada ejerce un efecto sedante en el niño,
simbiótica inicialmente y más tarde de mutua posesión y puede convertirse en
buena o mala mirada o bien tomar un sentido social lo que equivale a establecer
sus primeras relaciones.
jueves, 19 de diciembre de 2013
Noción del tiempo
Entre los dos y tres años ya es propicio iniciar la niño a percibir la
noción de tiempo. Solo se requiere precisar los momentos exactos que está
viviendo el pequeñito. Si llego la hora de levantarlo, decirle; “buenos días”
lo lleva a relacionar el momento exacto del despertar con un nuevo día e
incluso mostrándole la hora en un gran reloj que coloques en su recamara.
Llegada la hora de dormir, decirle; “buenas noches” la obscuridad será el
anclaje ideal de percibir la noche y mostrándole nuevamente la hora en ese gran
reloj. El día y la noche son los momentos clave para inicia a un pequeñito a
percatarse del tiempo. Se irá apropiando del resto de los intervalos de tiempo
mediante su rutina de vida diaria.
Vestirse y desvestirse
Animar al niño a vestirse o desvestirse por si solo propicia una
amplia gama de estímulos, estímulos que
van desde desarrollar habilidades motrices, atender indicaciones, saber
escuchar a mama y muy en especial fomentas la independencia. Situaciones
demandadas por los padres. Basta animar al pequeñito a colocarse alguna prenda
en especial, sea de los interiores o exteriores procurando que se convierta en
una rutina, y cuando observes que tu pequeño es capaz de colocarse la prenda
elegida y quitársela, puedes delegarle una prenda mas para vestirse y desvestirse. Con estas prácticas tan sencillas llegara el
momento en que el niño será capaz de vestirse por sí solo.
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