miércoles, 26 de julio de 2017

Maltrato infantil

Según investigaciones el origen del maltrato a niños y niñas proviene de la cadena de interacciones familiares que se viven dentro del hogar. El maltrato es con mucha frecuencia el resultado de la acción disciplinaria que buscan los padres hacia sus hijos respecto a un acto específico. Los padres responden negativamente a comportamientos que exceden los límites de tolerancia. Los comportamientos que desencadenan el maltrato proviene de acciones que propician los niños como la mentira, el robo, la desobediencia, ausencia sin permiso, peleas, se niegan a realizar tareas domésticas, tareas escolares situaciones ante las cuales los padres sienten la necesidad de reprimir. En otros casos los padres reaccionan negativamente a comportamientos que en un comienzo fueron tolerables pero que se tornaron intolerables debido a su prolongación o repetición. Veamos algunas características del maltrato:
  • Niños y niñas tienen las mismas probabilidades de ser maltratados, los niños pequeños con mayor frecuencia. El maltrato al niño puede provenir tanto de la madre como del padre.
  • La situación económica provoca el maltrato en niños y niñas.
  • El contexto que propicia el maltrato puede ser: dificultades emocionales, conflictos conyugales, tensión hogareña, intervenciones externas a la familia, padres con adicciones.
  • La edad es otra situación que provoca el maltrato,
  • El comportamiento de niños y niñas. Los niños desafiantes tienen mayor probabilidad de ser maltratados.
  • Los niños envueltos en conflictos con sus padres acerca de la comida, la evacuación, el sueño o la hiperactividad provocan el maltrato.

Ahora te presento algunas entrevistas que detallan el comportamiento que culmina con el maltrato:

Coral (dos años y medio) siempre parece estar peleando hasta el punto que me preocupa. Nunca me escucha, nunca hace lo que le digo. Y tiene exactamente la misma actitud negativa ante todas las cosas. Y todo es “no” y llego al punto en que no puedo soportar más cuando me dice que “no” es muy frustrante para mí, de modo que casi siempre llego a un límite, como es vez que le di una paliza.

Era de mañana y le pedí a Enrique (3 años) que quitara sus juguetes de aquí para que no estuvieran en mi camino y él se volvió y dijo “no” y luego zapatea y corre por otro lado, corre por la casa moviendo los tiradores de las puertas y yo entro para detenerlo, le grito y el no escucha de modo que tengo que pegarle y meterlo en la cama. No pude convencerlo de que se calmara y entonces al final tuve que venir y pegarle porque no me hacía caso y no me respetaba. Se pasó de la medida conmigo y ya no lo pude soportar más.

Los niños (6 y 8 años) y yo tenemos que levantarnos temprano para que yo pueda tomar el autobús al trabajo y ellos el autobús a la escuela. Saben que si pierden el autobús a la escuela no podrán ir a la escuela, así que a veces, como esa mañana que estamos hablando, los niños sin que yo me diera cuenta quitaron la alarma del despertador. Mire el reloj cuando me desperté y vi lo tarde que era, fui y les dije que se prepararan para ir a la escuela. La ropa de Joyce para la escuela estaba en mi cuarto y ella tendría que haber ido a buscarla, pero se quedó sentada y yo espere pero no vino. Yo me vestí completamente y fui a su cuarto y ella todavía estaba sentada en el mismo lugar, sin vestirse, sin hacer nada, más que sentada allí sabiendo que tenía que ir a la escuela. Esto me volvió loca, ella sabe que yo trataba de que fuera a la escuela, de modo que cogí la correa y volví a su cuarto para pegarle en la cara, le deje un ojo morado y una marca en la cara.

Le pedí a los niños (10 y 14 años) que hicieran las tareas domésticas y me respondieron de mala manera con malas palabras diciéndome que no lo harían, les pedí que lavaran los trastos y limpiaran la sala y ellos discutían sobre el asunto dándose puñetazos y patadas, jalándose el pelo y a mí todo eso me puso realmente mal y eso me hizo estallar no pude aguantar la presión y lo hice.



Salidas al maltrato infantil

Niña, 3 años, fue agarrada y golpeada con las manos debido a que pateo a la madre.
Si la niña ya golpeo, ¿porque volverla a golpear? ¿Acaso la madre no tiene manos para detenerla? ¿Acaso no fue la madre quien provocó ira en la niña? ¿Acaso los padres no poseen inteligencia para contener la ira de una niña?

Niña hiperactiva, 9 años, pelea con su amiga cuando iba en el coche de los padres. Los padres se enojan y amenazan a la niña, pero ésta sigue. Al bajar del coche la madre la agarro por el cuello, la arrastro a la casa y la abofeteo en la cara.
Con un niño hiperactivo una advertencia no tiene efecto, tiene efecto la cordura de los padres. No existirían niños hiperactivos o violentos si no existieran padres desprendiendo ira por todos sus poros para desquitarse con un niño que lo único que hace es replicar conductas adultas.

La señora C dice que tuvo un mal día cuando su hijo de 6 años  trato de clavarle un alfiler en las piernas del hermano menor. La madre le pego bastante fuerte en la cara con las manos causándole mallugaduras.
No existen malos días, existen malas reacciones. ¿Porque no reaccionar informando al niño el dolor que causa un alfiler? ¿Porque no reaccionar averiguando porque quiere dañar al hijo menor? ¿Porque no reaccionar sencillamente quitándole el alfiler? ¿Porque es necesaria la fuerza adulta para multiplicar el dolor? Una reacción envuelta de violencia provoca ira, rechazo y profundos deseos de venganza en un niño.

La madre perdió el control cuando el niño de 6 años, se negó a bajarse de la espalda de su hermana. Le dijo una insolencia a la madre cuando esta le pidió que lo hiciera, la madre lo abofeteo en el ojo.
Toda insolencia infantil enciende a cualquier adulto. Si tan solo los padres atendieran sus emociones en el instante de las insolencias infantiles ganarían terreno infranqueable sobre sus hijos para controlarlos y enseñarles a respetar a otros. Lamentablemente se ponen a la par de un niño y terminan comportándose infantilmente. Y por supuesto que ante batallas de este tipo terminan ganando los padres porque se valen de la fuerza para aplacar a los niños, lo que no saben es que multiplican las insolencias, los malos comportamientos y las agresiones.

Rosemarie, 13, estaba grabando una canción y le pidió a su madre que se estuviera callada. Como esta no lo hizo, Rosemarie la insulto lo cual enfureció a la madre, le arrojo el te a Rosemarie, la tiro al suelo, la pateo en la espalda y la golpeo con una correa.
Una petición infantil tiene tantos derechos, como una petición adulta. El grave problema es que los padres pensamos que los niños no tienen derecho a pedir porque de inmediato nos ofendemos y estallamos sobre todo si recibimos malas contestaciones de los hijos. Se han puesto a pensar que pueden ser los padres quienes dan pie a la ira de un niño o una niña y lo más grave es que se cobran las malas contestaciones dejándoles huellas en el cuerpo, huellas que quizá se borren con el tiempo pero las huellas del alma jamás se borraran.

Ricky. 7 años, es muy destructivo. La madre acababa de retocar un aparador que Ricky había raspado. Maliciosamente el niño volvió a estropearlo. La madre lo azoto con una correa.
No es que los niños sean destructivos, sucede que los niños desarrollan sentimientos de venganza hacia los padres cuando son lesionados por ellos. La venganza surge cuando un niño es violentado y solo esperan el momento para volver a encender la ira en los padres. Ellos saben perfectamente cuáles serán las consecuencias pero no les importa, lo que más les importa es vengarse de los padres por lo que les hacen. Cuando los padres se salen por la tangente etiquetando al niño de destructivo, hiperactivo o agresivo satisface a sus mentes pues jamás se atreverían a hurgar en su corazón para descubrir que ellos son culpables, para descubrir que están destruyendo una vida.

Una niña ahogo al gato en la bañera y la madre la castigo con la correa.
Acaso no es la madre quien ha enseñado a la niña comportamientos violentos, entonces porque alarmarse del acto de la niña. Cuando la madre se alarme del cómo trata a su hija para ese entonces quizá la niña ya sepa defenderse de la madre y quizá la niña golpe a la madre. Entonces no abra porque alarmarse pues la violencia se anido en sus almas. Solo la lucidez del corazón será la medicina para tanta violencia.

El padre reacciono excesivamente al mal comportamiento del niño. David, 7 años, estaba corriendo por la casa, golpeo una mesita y rompió una lámpara, el padre que era muy riguroso, abofeteo al niño en la cara causándole una visible mallugada.
Tan simple como pedir al niño que corra fuera de casa, tan sencillo como hacerle notar que sus movimientos están siendo excesivos dentro de casa porque esperar a que se rompa algo, porque alargar el tiempo para dar una instrucción y sobre todo: porque golpear a un niño si quienes abrieron el margen de permisibilidad fueron los padres.

Norma de 5 años, desordeno los cosméticos de su madre. Los padres sujetaron a la niña y la golpearon en las nalgas con una paleta de madera hasta mallugarla.
Acaso carecen de inteligencia los padres, porque no enseñar previamente a la niña lo que no es de ella, lo que no debe no tocar, lo que debe aprender a respetar.  ¿Porque esperar un accidente para golpear? ¿Acaso tienen más valor los cosméticos que un alma? Porque no empapar un hogar reglas y virtudes sin valerse de la violencia, porque preferir asolar a una pequeña con dolor, miedo, ira e infinidad de enfermedades mentales que serán irreparables a futuro.

Saúl de 9 años, había sido enviado previamente a una institución para niños emocionalmente perturbados. Cuando salido de la institución  para pasar el fin de semana en su casa, fue encontrado rompiendo los espejos laterales del coche, acciono una falsa alarma, la madre lo abofeteo en la cara y lo azoto severamente causándole moretones en las nalgas.
El hogar no debería llamarse hogar ante estas circunstancias. No es que el niño este emocionalmente perturbado, es que su familia se ha encargado de perturbar  su alma a tal grado que sería preferible vivir en la calle o en una institución a vivir bajo un techo donde se destila tanta crueldad.



miércoles, 12 de julio de 2017

Autonomía en los bebes

Permitir a los bebes que exploren, indaguen, toquen o se trepen es reflejo de su autonomía, aquella que poseen por naturaleza, solo te compete mostrarles cómo hacerlo, donde explorar, donde trepar, que tocar será en el jardín, la recamara, sus juguetes, tú creas los escenarios de exploración y el niño se encarga del resto. Y si de tocar se trata es ideal que rodees a tu pequeño de artículos que pueda tocar y aquellos que no pueda tocar servirán como base para mostrarle lo que se puede tocar y aquello que no se toca, situaciones ideales para ir familiarizando a tu bebe con los limites. Al actuar de tal forma tu bebe goza de su autonomía y a la vez lo (a) estas iniciando a conocer el significado de los limites. El treparse a los sillones, las sillas, bajarse de la cama e incluso muebles que representan un riesgo es una excelente oportunidad para mostrar a los pequeñitos donde si puede trepar y donde no, además conlleva oportunidades para iniciarlos a conocer aquello que no debe hacer dentro de casa. La autonomía es el don más preciado legado a la humanidad y cultivarlo en tu bebe es el secreto de la felicidad de tu hijo (a).

Autonomía en los maternales

Para cuando él (a) bebe ya tiene dos años respetar su autonomía se vuelve el acto más preciado a cuidar y respetar en tu bebe. Ha entrado en una faceta donde todo lo demanda y pondrá a prueba tu ecuanimidad. Hablo de ser inteligente al guiar a tu bebe sin lesionar su integridad dejándolo Ser pero a la vez enseñándole los límites de la vida cotidiana. Tu bebe todo pedirá, demandara y hasta exigirá y justo en esos momentos tu capacidad de autocontrol será el factor más preciado a desarrollar al máximo. Y no se trata de contar hasta tres, respirar o tomártelo con calma se trata de lograr la maravilla de equilibrarte, centrarte justo en esos momentos de crisis, sin hacer nada, el solo hecho de sentirte te pone en el centro de las crisis y entonces la reacción para atender al bebe sucede. El secreto reside en no centrarte en tu bebe, se trata de centrarte en ti. De centrarte en tu bebe corres el riesgo de perder los estribos, no sabrás cómo reaccionar, te irritaras de inmediato, el llanto del bebe te enojara o angustiara por ello el secreto reside en ti porque si justo en esos momentos de crisis descubres cómo te sientes de inmediato ganas terreno respecto a controlarte, esas son las practicas que estoy sugiriendo para ser habilitadas una y otra vez. Muchas veces ni siquiera se requiere decir nada basta auto controlarte y de inmediato te inunda la serenidad para saber cómo reaccionar sin trastocar la integridad de tu bebe. Al lograr el autocontrol estarás en condiciones de enseñarle a comportarse a tu bebe. Enseñar a comportarse a un bebe no es cuestión de hablarle, porque justo ahí se pierden los estribos, enseñar a un bebe a comportarse a esta edad es re direccionar sus conductas acercándole distractores, incentivos, cambiarlo de escenario en el hogar,  es movilizarte para desenfadar a tu bebe bajo plena serenidad. Desde mi punto de vista eso es enseñar a un bebe a saberse comportarse. 

Autonomía en los preescolares

La capacidad de autonomía en los preescolares es un requisito porque justo ahora niños y niñas están entrando en una edad donde la madurez para proveerse de sus principales necesidades se va cristalizando como el bañarse, vestirse, cepillarse los dientes, comer solos, etcétera. Situaciones de la vida cotidiana que son el andamiaje para fomentar la autonomía en niños y niñas hablando en términos de cuidado personal. Pero además de estas acciones surgen otro tipo de situaciones que aluden a la autonomía como el fortalecer su confianza, como el sentirse capaces de proveerse por si solos de sus necesidades. La autonomía es una verdadera oportunidad de aprendizaje para fomentar la seguridad en los niños. Imagina a tu hija o hijo en su salón de clases -les pide su maestra que se quiten el suéter a todos los niños del grupo- y si por alguna razón acostumbras a ponerle y quitar tú el suéter a tu hija o hijo pues en ese instante su actitud será de espera, de titubeo, de no saber cómo proceder porque  no lo hace por si sola, no tendrá la misma actitud que un niño que se pone o quita el suéter por él mismo, un niño seguro, confiado. La actitud de tu hija frente a un salón de clases sera de inseguridad porque no pudo quitarse el suéter, porque mama siempre se lo pone, sin pensarlo haz dañado la seguridad en una niña, es por ello que la autonomía cobra un valor relevante a la hora de dejar Ser a los niños. Dejar Ser, no es hablar del libre albedrío o libertinaje, dejar Ser es permitir a niños y niñas que aflore su independencia y con ello no quiero decir que se deba dejar de lado las normas de la vida no, quiero decir que es un aprendizaje combinado con el sentido de vivir bajo limites de vida diaria. Te he dado solo el ejemplo del suéter pero la realidad es que la autonomía es una virtud que les pertenece a niños y niñas, sus deseos, necesidades, gustos, placeres, su existencia. Entre mas consciente seas al dejar respirar a tus hijos por ellos mismos sin el caer en el proteccionismo o el miedo porque les puede pasar algo, cobraran una fuerza tan poderosa que al salir de casa sabrán valerse por ellos mismos. La autonomía es como si todos los integrantes dentro del núcleo familiar comulgan con la fuerza de la integridad y la seguridad pero ademas se dejan Ser. 


Autonomía en los escolares

En los escolares la autonomía prácticamente está en la cuerda floja, lo asevero con tal seguridad porque confundimos el camino de la autonomía en nuestros hijos por temor a que les pase algo, se confunde tan preciado don porque nuestras mentes crean paradigmas de no soltarlos, de vigilarlos, cuidarlos, protegerlos y está bien es correcto e incluso es parte de la sobrevivencia pero sobre todo del amor que profesamos a un hijo o hija, lo que no está bien es extraviarnos confundiendo tan hermoso don, autonomía, con la rigidez, con la imposición de conductas, con el apropiarnos de sus pensamientos o con actos de sobreprotección aludiendo que es por su seguridad, por su bienestar sobre todo en estos tiempos de inseguridad, pero permíteme decirte que la inseguridad la hemos vivido desde siempre.
Lo más preciado que le puede llegar a suceder a un niño en edad escolar es que sus padres confíen en ellos porque sabe regirse por sí solos, porque conocen y respetan los límites de casa, saben protegerse, no titubean si un extraño les habla porque están impregnados de confianza, se mueven en círculos de amigos que han sido aceptados por su corazón y no son sujetos de decisiones extrañas, sabe decidir a la hora de hacer sus propias elecciones. Son dones logrados gracias a la autonomía cultivada por sus padres, son cualidades perfectamente identificadas por todos los integrantes de la familia donde los límites y el respeto cobran un valor fundamental como parte de la autonomía. Todos respiran interdependientemente, es decir se necesitan como familia pero a la vez respetan sus espacios a ese tipo de autonomía me refiero cuando hablo de que la hemos confundido. Cuando uno logra cristalizarla en los hijos, la autonomía, uno mira como una luz de seguridad se enciende en niños y niñas con tal fuerza que pueden caminar por ellos mismos. Los tiempos de invadir a los pequeños de miedos, terrores, ansiedades o fatalidades quedan atrás si eres valiente para enseñar a tu hijo (a) a ser autónomo. Si le dijeras a un niño cuídate de gente extraña, malvada u otra atrocidad es como dejarlos a la deriva, los envías a la calle sin protección alguna, caminan con tus advertencias convertidas en temores y entonces cuando algún extraño se les acerque temblarán de miedo y serán presa fácil de la inseguridad. Porque no darles el escudo de la confianza, de la lucidez y la valentía para cuando se enfrenten a situaciones de inseguridad se quede imantados a la tierra confiando en ellos, desprendiendo una luz tan poderosa que hasta aquel o aquella que pretenda dañarlos huya ante  tal derrame de energía emanando de tu hijo o hija. Así que no equivoques el camino confía en ti, para que tu hija o hijo confíe.