lunes, 28 de julio de 2014

Elementos del lenguaje

Con el tiempo el niño aprende a hablar. Y el aprendizaje por el que deberá atravesar es increíblemente complejo, así que te digo; que no te invadas de impaciencia para urgir a tu pequeño a adquirir el lenguaje. Para empezar, ¿qué es el lenguaje? Como lo he referido en otros escritos, el lenguaje implica el uso de sonidos arbitrarios, de referencias aceptadas, y que pueden ordenarse de diferentes maneras para expresar distintos significados. Esta definición es la clave para analizar los elementos dellenguaje.
La unidad más simple del lenguaje es el fonema: un solo sonido, tal como el representado por una vocal (a) o una consonante (c). Los fonemas pueden combinarse para formar los morfemas que son las unidades del significado del lenguaje (mama). Para poder formar morfemas el niño tiene que aprender, primero, a pronunciar los fonemas. Más aun, no basta simplemente con hacer el sonido, ya que debe ser capaz de hacerlo cuando quiere (si el niño pudiera hablar desde el primer momento en que puede pronunciar todos los sonidos requeridos por cualquier idioma entonces, el curso de la adquisición del lenguaje tendría que volver a ser revisada) Aparte de la capacidad de pronunciar palabras (morfemas simples y combinaciones de morfemas), el niño debe también adquirir la capacidad combinarlas en unidades. Es un gran adelanto, pues hay un mundo de diferencias entre poder decir  “papito”, “mamita”, “osito” y “mi” y dirigirse con los brazos abiertos a un padre radiante y decirle “mi mamita”, “mi papito”. Para organizar palabras en unidades ocasionales significativas, se requiere de un conocimiento intuitivo de la sintaxis –la gramática del lenguaje– es decir el conjunto de reglas implícitas o explicitas que rigen las combinaciones de las palabras que serán correctas y tendrán sentido para los que hablan ese idioma. A medida que el niño practica y domina los fonemas, los morfemas y la sintaxis, tiene también que practicar la prosodia;  es decir debe aprender las formas de expresión, las emociones, los acentos, las pausas y todas las sutiles variaciones que otorgan sentido diferente a los mismos morfemas. Fonemas, morfemas, sintaxis y prosodia son los elementos del lenguaje.

Todos nosotros hemos adquirido estos elementos de una manera sorprendentemente sencilla, efectiva y eficiente, sin tener realmente conciencia de lo que estábamos haciendo.

miércoles, 23 de julio de 2014

El juego

Alegría, dicha y un tremendo despliegue de energía nos regala el juego. Dones inmersos en una sola palabra, en un solo acto: el juego

Para el juego no existe país, condición social, clase o raza.  El juego inocentemente se refleja mediante las almas del mundo.

El clima solo es parte del juego. Y lo sabe la inocencia a quien no le importa si hace frio o llueve....sabe que la vida es un juego.

No hacen falta exuberantes artículos para jugar. Hacen falta grandes corazones dispuestos a jugar.

Lo grandioso de la vida es arriesgarse a dar saltos cuánticos, sabiendo que todo es un juego.

Cuando miras la vida como un juego... despiertas en el corazón la alegría de vivir.

lunes, 21 de julio de 2014

No etiquetes a un niño

Las etiquetas que inconscientemente o conscientemente colocamos al niño tienen un efecto perdurable y nocivo en ellos. Perdurable, porque el niño no podrá erradicarla de la noche a la mañana, mucho menos olvidarla. Nocivo porque lesiona profundamente su autoestima, sea que la eleve o sea que la disminuya, ambas generan daños emocionales. Si elevas su autoestima se convierte en un niño creído, pretencioso o dominante y te costara erradicarla con el paso del tiempo. O bien si la etiqueta disminuye su autoestima lo convertirás en un niño temeroso, huidizo, con miedo o angustia y generar confianza en el requerirá de un tremendo esfuerzo del niño. Pese al daño que se le ocasiona a los pequeños con la etiquetas,  no dejo de escucharlas, incluso en los niños más pequeños. Deci­mos: «Este niño es obediente y este otro es muy desobediente. Este niño es una delicia y este otro es un problema». Estás po­niendo etiquetas, y recuerda, al hacerlo estás creando muchos problemas en el niño. En primer lugar porque cuando le pones una etique­ta a alguien, estás exigiéndole que se comporte de acuerdo con la etiqueta que le has puesto, el niño empezara a sentir que tiene la obligación de demostrar que estás en lo cierto. Si el padre dice: «Mi hijo es un problema», el hijo piensa: «Ahora tengo que de­mostrar que NO soy un problema, o bien se esforzara por demostrar que SI es un problema. Por eso el niño causa más problemas para que el padre pueda decir: «¿Ves? Este niño es un problema».
Tres mujeres estaban hablando jactándose de sus respectivos hijos. Una dijo: «Mi hijo solo tiene cinco años y escribe poesía. Son unos poemas tan hermo­sos que hasta los poetas consumados sentirían vergüenza».
La segunda dijo: «Eso no es nada. Mi hijo solo tiene cuatro años y pinta unos cuadros tan modernos, tan ultramodernos, que ni siquiera Picasso les encontraría ni pies ni cabeza. Y ni siquie­ra usa pincel, lo hace todo con las manos. A veces solo lanza la pintura contra el lienzo y de la nada sale algo precioso. Mi hijo es un impresionista, es un pintor muy original».
La tercera mujer dijo: «Eso no es nada. Mi hijo solo tiene tres años y va al psicoanalista él sólito».
Todas las etiquetas son destructivas. No etiquetes a nadie, mucho menos a un niño. Los seres hu­manos tendemos a pensar colectivamente; difícilmente rescatamos nuestras propias ideas. Oyes un rumor de que alguien es un problema y lo aceptas. Y después se lo pasas a otro, y lo acepta. Y el rumor se va difundiendo, la etiqueta va adquiriendo mayores proporciones. Y un día esa persona lleva una etiqueta de « CONFLICTIVA» con letras mayúsculas, con luces de neón, de manera que ella misma las lee y tiene que comportarse de acuerdo con esa etiqueta. Toda la so­ciedad espera que se comporte de ese modo, de lo contrario, la gente se enfadaría. «¿Qué haces? ¡Eres conflictiva y estás inten­tando ser buena! ¡Compórtate como es debido!»
A un niño no debemos etiquetarlo a tan temprana edad, si es bueno o es malo para el estudio. Si es inquieto o tranquilo, si es inteligentísimo o muy malo para aprender solo estamos propiciando impresionantes ondas de rumores, hacia una ser, hacia un niño que con el tiempo llevara una pesada carga a cuestas y en el momento que quiera erradicarlas quizá ya haya etiquetado también a sus hijos.
Poseemos la suficiente sabiduría para no etiquetar a un pequeñito, basta respetar sus propias fortalezas y debilidades, basta mirar que estamos impregnados de aciertos y desaciertos en esta vida.


viernes, 18 de julio de 2014

La familia

La familia es como una gran maquinaria funcionando de día y de noche. Un sistema que funciona sobre la base del conocimiento, la realidad y la intimidad.
Dicho en forma sencilla, tu autoestima, tu comunicación, tus normas y creencias serán los elementos que constituyan tu  sistema familiar.
La comunicación abierta, sincera y humana harán crecer y florecer tu sistema familiar, hablo de la contribución que cada uno realice al interior del hogar. Si la salud en las palabras que se dicen en casa riegan los espíritus, los hijos florecen y la familia se convierte en una gran maquinaria que derrocha energía. Pero también existe la comunicación que deteriora o lesiona a la familia, es aquella que aplica reglas inhumanas poniendo en riesgo el crecimiento de sus integrantes.
Cuando un niño o niña se sabe parte de una familia, se siente segura, en paz, confiada en concreto se le abren las puertas de la transformación y sucede lo mismo con todos los miembros de la familia. Porque ahí adentro, en la intimidad en el hogar se comulga con una comunicación abierta y sincera. Una comunicación que permite a cada uno florecer, hablar, ser autentico.
Descubrir el papel que uno juega en la familia, en determinado momento, y comprender los papeles que juegan los demás resulta una experiencia vivificante, aunque a veces nos resulte molesto. Lo relevante de este descubrimiento es conocer realmente de que está constituida tu familia.  Es decir poseen una autoestima equilibrada que fluye por toda la casa o se respira la devaluación. Se comunican amplia y sinceramente apelando al valor de la verdad o los antivalores han llegado a tu hogar para quedarse.
Entender tu sistema familiar es como descorrer la cortina de la verdad. Conocer el aire que respiras dentro de casa te da la ventaja de conocer tu realidad. Si conoces de que esta hecho tu sistema, sabrás como nutrirlo o redireccionarlo en el mejor de los  casos erradicando aquello que lo hace tambalear y pone en riesgo su crecimiento. Esa gran maquinaria solo ustedes la conocen y saben cómo estabilizarla para continuar con el viaje que han emprendido.

lunes, 14 de julio de 2014

Padres e hijos confrontados

Es normal que tu hijo se rebele contra ti. Es normal que a veces no coincida contigo; es normal que no te compren­da, que no lo comprendas. Es normal porque ustedes son diferentes, seres diferentes y de diferentes edades, y com­prender al otro es, a veces, una tarea imposible...
Y además porque tú, de una u otra manera, aunque declares lo contrario, le estás imponiendo tu vida, tu edu­cación, tus maneras, tus límites.
Eso es normal. No puede ser de otra manera. Nace en tu casa, crece en tu casa, en tu sociedad, y le transmites lo que tienes, tu lenguaje, tu moral, tus modales. ¿Qué otra cosa podrías transmitirle?
Al comienzo esa transmisión no puede ser sino de facto, sin democracia, sin parlamento: la niña tiene un año, dos años, tres años, y no está en condiciones de discutir normas y reglas. Corre todo por tu cuenta. Y luego cuando crezca será libre para re-visar las normas que recibió de sus padres, para criticarlas, reemplazarlas o modificarlas.
En todo caso la confrontación requiere un punto de vista, y un punto de vista ha de ser elaborado, pensado.
Por eso es buena la confrontación: ayuda a pensar. Y pensar ayuda a vivir.
La gente dice:                                                           
—¿Viste qué rebeldes que son los jóvenes hoy?               
Yo les respondo:
—¿Rebeldes? Para ser rebelde hay que oponerse a algo, a alguien, a una idea, a un límite, a una norma, a una pau­ta. Los padres permisivos no crían hijos rebeldes, sino que producen hijos que directamente ignoran a sus padres y hacen lo que otros les dictan, otros mucho más autorita­rios: la sociedad, la televisión, la propaganda, la moda, los otros chicos.
Si mi hijo se opone a mí por ideas, por otra corriente de pensamiento, me pone triste por la no coincidencia, pero me pone alegre, feliz, muy feliz, porque PIENSA.


lunes, 7 de julio de 2014

Ama a tu hijo

Ama a tus hijos, disfruta de su libertad. Déjales que cometan errores, ayúdales a ver dónde los han cometido. Diles: «No hay nada malo en cometer errores. Comete todos los que puedas, por­que ese es el modo en el que más aprenderás. Pero no cometas el mismo error una y otra vez, porque eso te convierte en un fracasado.»
Aprende a vivir con tus hijos momento a momento, permitiéndoles la libertad posible en pequeñas cosas.
Esa debe ser la norma: los niños deben ser ayudados a escuchar a sus cuerpos, a escuchar sus propias necesidades. Lo básico para los padres es vigilar a los niños para que no caigan en una zanja. Los niños son muy receptivos, y si los respetas están dispuestos a escucharte, a entenderte; deja que usen su capacidad de comprensión. Al principio sólo será cuestión de unos años; pronto empezarán a basarse en su propia inteligencia, y tu vigilancia no será en absoluto necesaria. Pronto podrán andar solos.
La misión de un padre o de una madre es grande porque están trayendo un nuevo invitado al mundo que no sabe nada, pero que trae con él un potencial. Y a menos que ese potencial crezca será feliz.
A ningún padre le gusta pensar que sus hijos son infelices; quieren que sean felices. Y ellos sólo serán felices si se convierten en lo que han venido a convertirse. Sólo pueden convertirse en el potencial de la semilla que llevan en su interior.
Por eso procura por todos los medios posibles darles libertad, darles oportunidades. Normalmente, si un niño pide algo escúchalo antes de decirle no. Aprende a decir al niño si. Cuando un niño escucha decir más si, que no, es un niño que no vive en un ambiente autoritario.
Aprende a amar a tus hijos equilibrando la balanza del amor, dosificando la permisibilidad sin caer en el autoritarismo. Siendo inteligente cuando las rabietas de tus hijos desestabilicen tus sentidos. Inundándolos de seguridad y confianza al navegar por los ríos de la vida donde se te presentara de todo.


miércoles, 2 de julio de 2014

Un castillo en casa

Improvisar fuera o dentro de casa una guarida que semeje un castillo para charlar con el niño, sea con sabanas, cobertores, telas, lo que tengas al alcance, sera un excelente motivo que invita al niño a recostarse contigo por unos instantes para imaginar. Imaginar que se encuentran en el castillo de las princesas o del rey y ahí esta sucediendo una hermosa aventura. Solo atrévete a tender las sabanas y simular la guarida para propiciar la comunicación con tu hijo. Un trivial momento que deja al pequeñito hermosos recuerdos de cuando mama le hizo un castillo y platicaron mucho tiempo.

Una orquesta de sonidos

Preparar un escenario para el niño, tendiendo sobre un respaldo cacerolas, sartenes, charolas, escurridores es una fabulosa oportunidad para invitar al niño hacer ruido, generar sonidos, hacer una orquesta de sonidos. Una alternativa que te propongo para estimular en el niño su capacidad auditiva, sensorial, psicomotora y descubrir distintos sonidos.

Disfranzándose

Disfrazar al niño es una excelente motivo para mirarse diferente. Aunado a ello estimulas todo su esquema corporal, al ponerse, quitarse o colocarse diferentes accesorios. Y si no cuentas con un disfraz especifico, si es niño, solo acércale la corbata de papa, una gorra, los zapatos y un saco e invítalo  a disfrazare como papa. Y si es niña acércale una blusa de mama, las zapatillas, las pulseras, los aretes, todo accesorio que creas conveniente sera un excelente motivo para invitarla a disfrazarce como mama. Crearas momentos imborrables en el niño al disfrazarce como mama o papa.
Y una recomendacion muy importante; permite que sea él o ella quien se disfrace por si misma (o) para lograr el objetivo de la estimulación.