jueves, 6 de marzo de 2014

Surgimiento de las emociones

A partir de los tres años las emociones en el niño afloran con mayor intensidad. Se inicia a familiarizar con la frustración, la ansiedad, la ira o la alegría, estados anímicos que los adultos identificamos y manejamos guiados por la valía interna. En un niño los estados anímicos afloran entre la cotidianeidad de su vida, no es consciente de ellos, a partir de los tres años se inicia a familiarizar con las emociones sean positivas o negativas, difícilmente sabrá discernirlas o comprenderlas. Surgen de la convivencia que le rodea, si es feliz dará por hecho que todo es alegría pues están siendo cumplidos sus deseos, pero si la ira lo invade será el efecto de la insatisfacción y sus conductas serán inciertas, agudas y hasta peligrosas, sin embargo solo mediante esta reacción conocerá el efecto de la ira, de la insatisfacción.
Los padres juegan un papel vital para guiar este desencadenamiento de emociones sean de agrado o desagrado. Permitir que un niño enfrente la frustración o la ira porque un juguete no se le compro, o se le llamo la atención por alguna infracción en casa, es permitirle enfrentar en su pureza total el estado anímico desagradable. Dar holgura a la alegría porque logro concluir la tarea, obtuvo un reconocimiento en la escuela o simplemente porque es feliz  entre sus amigos, es recibir a la alegría.
Sin embargo las emociones no fluyen por un camino natural, tendemos a desvirtuarlas o disfrazarlas por el hecho de no querer ver sufrir al niño, sin darnos cuenta creamos sus primeras enfermedades emocionales. Deseamos por todos los medios generar felicidad en nuestros hijos, adoptando conductas que solo desvirtúan la naturaleza de las emociones. Los clásico, si te portas bien; te compro el coche que te prometí, si haces la tarea; te llevo al cine, si te comes todo; te llevo de paseo, promesas que contrario a desarrollar emociones saludables en el niño generan condicionamientos, el niño se vuelve un experto para reaccionar a cambio de un bien, un experto en chantajes; “si lo hago...pero me compras”, no le estamos dando la oportunidad de recibir la frustración o la ira ante una negativa o ante una llamado de atención, no le damos la oportunidad de descubrir como se siente la insatisfacción, le damos un fantasía para agigantar su ego, para pedir más y más. El niño pensara que así se es “feliz” y tu sentirás que haces feliz a tu hijo. La realidad es otra, en algún momento de su vida el niño se enfrentara a la insatisfacción y entonces el sufrimiento se multiplicara porque de pequeño no supo lidiar con la frustración o la ira cuando las emociones estaban aflorando.
Cuando permitirnos que un niño reciba sus emociones, lo más saludable es guiarlo sabiamente para sentirlas, sean de agrado o desagrado, sin bloquearlas o enmascararlas. Permitir que el niño sienta un estado anímico en su pureza total, es permitirle conocerlas, entonces sabrá cómo actuar cuando llegue el momento de sumergirse en un mundo de emociones.
Sugerencia de crecebebe; niños malcriados


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