lunes, 29 de julio de 2013

Cuando una adolescente busca quererse

La recibo con un cálido abrazo, su mirada denota lágrimas a punto de estallar.  Apresuradamente la invito a mirar el cielo, pues aun nos encontramos fuera del consultorio,  y le hablo que ahí se posa un ángel, lánguidamente me dice; -yo no veo ningún ángel, solo veo una paloma-. Y efectivamente las nubes semejaban una paloma.
Encuentro entre una terapeuta y una hermosa adolescente a punto de desbordarse en lágrimas. El resto de la sesión fue abrir mi corazón para escucharla  acurrucada entre el sillón naranja y mi cuerpo que la abrazaba solidariamente. 
Para escuchar a una adolescente no se requiere de títulos, se requiere del corazón. El profesionalismo  nos habita cuando realmente somos humanos y sabemos captar la esencia de las emociones que se vierten en un alma. Saber escuchar me llevo en primera instancia a sentir el dolor emanando de una adolescente, cual fuente que urge brotar por los poros. Así identifique que ahí adentro se gestaba una devaluación profunda en  una niña que deseaba  entender al adulto, entender a la familia, si entender a quien le urgía respeto y amor, pues la coherencia no la palpaba, entre lo que hacía su corazón  y lo que  pedía su entorno, dejándola entre un oleaje de crisis enmarcado por la agresión, el control y la represión.
Continuaba la sesión y poco a poco me iba sumergiendo en las profundidades de una sagrada alma. Así descubría la valía de una nena tambaleándose y había que hacer algo para llevarla de la mano a reencontrarse con ella. Y obvio que al encontrar la valía, encontraría el arte de amarse, de quererse.
A mitad de la crisis le pedí levantarse y la abrace fuertemente, en un profundo abrazo, pidiéndole cálidamente; -dilo-,  pero se negaba. La abrazaba con todo el corazón y le volvía a pedir: -dilo-...lentamente inicio a sacar la basura que había reprimido, se detenía por instantes  y sin soltarla le insistía continuar, así continuo y continuo, hasta que dijo: -es, todo-. Fue como un vomito, como una catarsis que expulsaba todo lo que la dañaba ahí adentro. Así fue como una adolescente hizo una breve limpieza a su alma. Nos dispusimos a diseñar los andamios de la valía y aunque sabíamos que solo era el punto partida, su rostro se tornaba lánguido y sereno, sabía que tendría un gran reto frente a ella: ir por su valía. Concluimos la sesión comulgando con la esencia del alma despidiéndonos bajo una mirada que denotaba fe en ella, fe en que sabría rescatarse.
Cuando una adolescente busca quererse, no es una cuestión del exterior, es una cuestión del interior. "Si me amo aquí adentro, me amo totalmente allá afuera"…así de sabias fueron las palabras de una hermosa nena de dieciséis años ávida por encontrarse a sí misma.

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