lunes, 15 de abril de 2013

Miedo y rabia, son sinónimos de agresión


Desde los primeros tiempos del hombre en la Tierra, las emociones y los sentimientos negativos primarios —como la rabia, el miedo, el rencor, la hostilidad, el resentimiento y el encono— están indisolublemente ligados a la agresividad, una compleja dimensión emocional orientada a la supervivencia y, probablemente, uno de los más potentes motores evolutivos biológicos. La agresividad desencadena comportamientos de daño conocidos como agresión o conducta agresiva. En la mayoría de los niños y adultos la agresividad es un rasgo normal que se agazapa la mayor parte del tiempo, cual animal salvaje en su madriguera, silencioso y latente, sin emerger como conducta a menos que las circunstancias sean propicias. En una minoría de niños, adolescentes y adultos, la agresividad no está latente, sino activa y provoca frecuentes conductas de daño inesperadas o injustificadas. Esto ocurre debido a lesiones o a un mal funcionamiento en numerosas estructuras cerebrales específicas y cae en el ámbito de los trastornos emocionales.

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